jueves, 28 de mayo de 2015

Lina Meruane, autora de Las infantas, recomienda leer El Trabajo, de Aníbal Jarkowski.


Por Lina Meruane

Aún antes que su título me capturó la portada de esta novela: una mujer en el ambiguo gesto de desabotonarse el ajustado traje que es su propia piel. El tímido gesto de su desvestimiento resultaba provocativo en más de un sentido. Una mujer que se desnuda de su propio cuerpo se quita aquello que la hace más deseable y por lo tanto más vulnerable, pensé; renuncia, en ese singular acto, a lo que la identifica como mujer, de la carga sexual de lo femenino. Intrigada por el acertijo de la portada rescaté la novela de Aníbal Jarkowski de la estantería para llevármela a casa, y luego de viaje, y valió la pena cargarla en la maleta (así como muchos otros libros recientes no valen, a mi juicio, su peso en gramos). Me pareció y me sigue pareciendo un libro extraordinario.
El Trabajo es, ante todo, la escenificación literaria de una crisis económica, que, sobra decirlo, alude a la reciente debacle Argentina. Podría perfectamente no tratarse de esa crisis, o no solamente de Argentina, puesto que el asunto de esta novela desborda el contexto de su producción porteña para penetrar una problemática que cruza economía y género. Sin olvidar por un instante que se trata de una obra de ficción, sin descuidar (todo lo contrario, cuidando con precisión de relojero) que toda novela se sostiene en la mecánica precisa de su estructura, Jarkowski narra usando una prosa austera y usando una notable economía emocional, el modo en que la búsqueda desesperada de trabajo en tiempos de crisis pone a las mujeres en una situación especialmente vulnerable. Y no sólo vulnerable ante los demás sino también ante sí misma, teniendo que optar por violentar el cuerpo propio para subsistir.
Porque ante la necesidad agobiante de conseguir un empleo las mujeres se vuelven más mujeres que nunca. No es su preparación o la experiencia profesional lo que cuenta en las entrevistas. No es el talento para un oficio más o menos cualificado. En la desajustada ley de la (escasa) oferta de empleo y la (exagerada) demanda, el capital femenino reside en la posesión de un cuerpo joven, deseable, sobre todo disponible ante un empleador que siempre es hombre. (Las mujeres se vuelven “cuerpos hembra”, diría la crítica Mary Louise Pratt, sin pelos en la lengua).
Ese es el precisamente dilema que enfrenta la protagonista de El Trabajo, una mujer que tras perder a su padre y el negocio familiar de ropa interior completamente pasado de moda (es decir, arrasado por la desigual competencia de las marcas internacionales que metaforizan la salvaje operativa del neoliberalismo contra la lógica del pequeño comerciante) sale a ponerse en la cola de las entrevistas con una blusa blanca infinitamente planchada, una pollera gastada pero limpia, una bombacha lavada hasta la transparencia.
No tiene sentido relatar lo que sucede con Diana ni la relación que entabla con el narrador, ni lo que acontece a las mujeres que atraviesan esta novela. No sería justo explicar cómo operan el artificio técnico, el perfecto amarre estructural entre la primera y la segunda parte de este libro. (Esto quiere ser un reflexión y una recomendación y no tanto una reseña). Lo que importa aquí es decir que la novela misma opera como ventrílocua de una crisis económica que es una crisis moral en su sentido más profundo y exacto, y que siendo fiel a una realidad compleja Jarkowski no resuelve la trama, porque la trama, como la vida de mucha gente, no tiene nunca una el truco de una respuesta sencilla.




Lina Meruane. Chile, 1970. Novelista, ensayista y periodista cultural. Publicó  el libro de relatos Las Infantas (Chile 1998, Argentina 2010), Póstuma (Chile 2000, Portugal 2001), Cercada (Chile 2000) y Fruta Podrida (Chile y México 2007), entre otras. 


Eterna Cadencia



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