domingo, 11 de diciembre de 2011

"Escribo para la gente"

Carolina Aguirre cosechó tantos clicks con Bestiaria como el formato blog lo permitía allá por el 2006, cuando se cocinaba el furor de un soporte que al tiempo le quedó chico. Egresada de la Enerc, donde estudió guión, fue Ciega a citas su blog que arribó a la pantalla chica con muchísimo éxito y que ya lleva agotada su quinta edición. Ahora, acaba de publicar su primera novela, El efecto Noemí (Aguilar), o el relato de una contienda donde el amor es la excusa, la ruptura es el campo de batalla y la heladera, el arma de guerra.

Carolina Aguirre es guionista y escritora, tiene 33 años y cosecha el título de la mujer más leída del ciberespacio, gracias a su enorme capacidad para dar allí donde duele. Sus blogs Bestiaria –un inventario de estereotipos del universo femenino– y Ciega a citas –una suerte de folletín en el que una chica, de un poco más de treinta, debe conseguir novio antes del casamiento de su hermana para torcer el destino que su madre le ha fijado: gorda, fea y solterona– fueron llevados al papel. Ciega a citas tuvo también su versión en televisión con el protagónico de Muriel Santa Ana, que le puso cara, gesto y cuerpo a la abogada Lucía González y sus aventuras amorosas. Colabora con diversas publicaciones, es una asidua usuaria de Twitter (donde se peleó enérgicamente con Ursula Vargues, quien plagió un post de ella en Bestiaria y lo convirtió en nota periodística) y tiene otro blog sobre gastronomía, Wasabi, donde despunta su pasión por la comida gourmet. Entre todas estas actividades, Aguirre pasó estos últimos tres años escribiendo su primera novela, El efecto Noemí, con la que se lanza directamente al papel. Es la historia de un matrimonio que lleva décadas de casados y que habita una rutinaria normalidad, hasta que una mañana, Boris decide dejar a su mujer, Noemí, y a partir de ese día nunca más puede volver a dormir. Un tiempo después, Boris descubrirá que lo único que le devolverá el sueño, paradójicamente, será la comida hecha por ella. Porque El efecto Noemí es el relato de un divorcio pero contado a través de una heladera.

¿Cómo diseñaste el argumento de la novela?

–En realidad se le ocurrió a mi marido. Estábamos tomando una sopa que yo hago y a que él le gusta mucho pero que no sabe exactamente qué ingredientes tiene, y en broma le dije que si nos separábamos él nunca más podría tomar esa sopa tal cual yo la hago, porque sólo yo conozco la receta. Y él pensó que era una buena historia para un cuento. Así que originalmente escribí un cuento que se llamaba “La sopa” y se trataba de un matrimonio de muchos años en el que el hombre dejaba a la mujer. Pero después me di cuenta de que la gracia era pelar la historia y ver cómo explotaba esa situación. Cuál era el desencadenante por el cual un tipo se va de su casa después de un montón de años de matrimonio. Todo lo que estaba alrededor de eso me parecía más importante, entonces lo pasé a novela.

¿Por qué decidiste escribirla directamente en papel?

–Quería ver si podía escribir una novela completamente a oscuras. No me interesa hacer siempre lo mismo, me aburre. Además sentía que tenía que salir de esa situación cómoda. Mis libros anteriores primero fueron blogs y cuando salieron en papel, sabía exactamente lo que opinaba todo el mundo porque se había leído y comentado mucho acerca de los dos blogs.

Tus textos anteriores de ficción están escritos desde la perspectiva femenina, ¿por qué elegiste a un hombre para contar esta historia?

–Me parecía que era mucho más interesante contarlo desde el punto de vista de un hombre que contarlo desde la perspectiva de mujer a la que dejan. Quería contar toda la fantasía que tienen algunos hombres en la cabeza cuando se separan después de muchos años, sobre lo que van a hacer y cómo va a ser su vida después de ese matrimonio que en apariencia los hacía muy infelices.

Boris empieza a extrañar a Noemí en las cosas más inesperadas.

–En general hay algo que me interesa mucho y es poder observar cómo se da el amor en las relaciones y el rol de las mujeres y de los hombres. No me interesa la batalla de los sexos, no quería entrar en esa discusión, sino más bien retratar estas pequeñas cosas cotidianas que aparecen en la novela. Qué es lo que nos gusta del otro, la forma en la que duerme distribuido en la cama, la crema que usa hace mucho tiempo... Al mismo tiempo, son las cosas que uno recuerda cuando se separa. No hay grandes gestos. En la novela él recuerda los pequeñas detalles: el licor que ella le hacía, la forma de doblar la servilleta, los olores, su voz. Me interesaba muchísimo contar cómo esos detalles que te parecen encantadoras y maravillosas del otro de repente se vuelven una pesadilla. Y no es que sucede algo en particular, es sólo tiempo. Ese pasaje de todo lo que a él le parecía un fastidio, y al revés, todas estas cosas que le parecían repulsivas, miradas a la distancia podían ser algo bonito, delicado.

Si no te interesa la batalla de los sexos como decís, ¿dónde ponés la mirada a la hora de contar?

–A mí no me interesan mucho los temas, sino los personajes y las historias. Si tuviera que elegir un tema que me importe o sobre el cual me interesaría escribir, “la batalla de los sexos” sería el último. Todos los libros humorísticos sobre el rol de la mujer me parecen malísimos, aunque sospecho que los que son serios son todavía peores. Escribí algunas veces sobre mujeres pero como lo podría haber hecho sobre gatos, sobre jugadores de poker o sobre la vida de la gacela. Es una casualidad, no una búsqueda. Se me ocurre una historia o un personaje y lo escribo, no pienso más que eso.

¿Por qué Noemí, que es evocada todo el tiempo, casi no aparece en la novela?

–Elegí contar desde el punto de vista de él en forma estricta. Incluyendo lo que él no ve. El lector no sabe qué es lo que pasa con ella, no la ve más, pero para que ella tuviera presencia está contada a través de la heladera. El abre la heladera de su ex casa, ve cosas distintas y saca conclusiones. Si está, si se fue de viaje, si está haciendo dieta, si su familia está de visita, si está contenta o deprimida, pero son todas conjeturas de él.

¿Cómo construiste esa pareja que estuvo casada durante décadas?

–Suelo observar mucho a las parejas cuando salgo. Voy a comer y me siento cerca de algún matrimonio y observo las situaciones, cómo se miran, a veces ni se hablan y se entienden mediante gestos. La forma en la que se comportan desnuda qué tipo de pareja son. Quería que fuera verosímil, que dé la sensación que de verdad las cosas podían suceder tal cual las contaba. Me importan mucho los diálogos. Con la escritura no me interesa lucirme, sino que se luzca el personaje. Cuando sos guionista, entendés mucho más que el jefe es el lector o el espectador. No porque vayas a hacer lo que él quiera o lo que espera sino porque tenés plena conciencia de que todo lo que escribas el lector lo tiene que entender. Escribo para la gente. No quiero ser virtuosa para mostrarme. Pero sí me interesa que cuando el lector empiece el libro no le queden ganas de dejarlo y eso es muy propio del trabajo del guionista. Está esa conciencia internalizada dentro tuyo. Tengo toda la libertad para escribir sobre lo que quiero y me pasa con todo lo que hago en general. Pero quiero que el lector lo reciba de la mejor manera posible, que no se pierda nada. Que tenga todas las herramientas para tomar el relato. Quizás después no le gusta y está todo bien, pero que no sea porque no lo pudo seguir o porque no se entiende.

En tu escritura funciona cierto estereotipo a la hora de construir los personajes, sucedió en Bestiaria en el blog de “La peleadora” y también en tu novela.

–Sí y no. Nunca abordo un estereotipo desde la generalidad, “las mozas”, “los que viajan a Miami”, “los médicos”, sino desde la particularidad, “las mozas que bufan cuando te dejan una bebida”, “los que viajan a Miami y no despachan las valijas”, “los médicos que tienen la manicura mejor hecha que vos”. Hago el camino inverso, clasifico gente por cómo come un caramelo, por cómo se divorcia, por lo que dice cuando levanta el tubo. No me gusta abarcar o agrupar sino sacarle la ficha a cada uno y pelarlo hasta que se le vean los huesos.

[...]

Por Marina Navarro














La entrevista sigue en: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-6930-2011-12-11.html


jueves, 20 de octubre de 2011

Alan Pauls sabe de lo que habla cuando habla sobre mujeres

Subrayo este párrafo de la entrevista que le realizaron al periodista y escritor Alan Pauls porque me encantó como habla sobre las mujeres.

“¿Qué les debés a las mujeres de tu vida?

Probablemente les debo casi todo. Siempre me intrigó de una manera casi sobrenatural el modo en que las mujeres piensan el mundo, viven el mundo, miran el mundo... Y en un punto las considero como marcianas, son como lo otro absoluto, en relación conmigo, con los hombres... y siempre fueron para mí como un objeto de análisis, de curiosidad. Cuando mi mujer quedó embarazada y me enteré que iba a tener una hija dije: ¡esta es la mía!, ¡voy a ver cómo se forman!(lo dice frotándose las manos). Uno ve siempre a las mujeres ya formadas, incluso cuando tenés cuatro años y te las encontrás en el jardín de infantes o en la plaza, ya las ves formadas, no sabés muy bien cómo llegaron ahí. Así que cuando me dijeron que sería una nena pensé que iba a estar muy cerca del secreto, de ver cómo se forma el secreto. Y por supuesto, las mujeres son tan geniales que ni siquiera un bebé te muestra el secreto. Te lo muestra, y cuando vos querés agarrarlo, te lo quita. Después empiezan a crecer, y la narrativa del crecimiento es tan genial que ya te olvidás de que lo que querés es el secreto, lo único que querés es ser atontado, narcotizado. O sea que todo eso fue fallido, pero creo que a mi pobre hija también la estoy convirtiendo desde hace rato en un objeto de análisis. Me parece que les debo casi todo porque son la diferencia, y asomarme a esa diferencia para mí es una experiencia genial. Nunca en la vida me aburrí con una mujer, puedo haber odiado a mujeres, me pueden haber maltratado, puedo haber sufrido, pero nunca tuve una experiencia de tedio con una mujer. Puede sonar como abusivo lo que digo, como que las uso, pero creo que las relaciones entre los hombres y las mujeres son un poco así. Las protagonistas de mis novelas son mujeres, siempre hay como falsos hombres que protagonizan. Así que me siento deudor, sobre todo de ese interés que me inspiran, de esa curiosidad.”

La entrevista sigue en http://www.radiomontaje.com.ar/literatura/pauls.htm

viernes, 7 de octubre de 2011

Nobel de la Paz con perfume a primavera

El reconocimiento compartido fue para la presidenta de Liberia, Ellen Johnson-Sirleaf, de 72 años y en campaña para su reelección; su compatriota Leymah Gbowee, de 39; y la joven periodista yemení Tawakkul Karman, de 32, quien dedicó el galardón al proceso social y político de reformas en los países árabes y de los cuales ella es una de las referentes de su país por ser presidenta de la asociación "Periodistas sin cadenas", que lucha contra el régimen. De las tres se destacó su "lucha pacífica por la seguridad de las mujeres y por el derecho de las mujeres de participar íntegramente en la obtención de la paz", señalaron los cinco miembros del comité noruego, quienes además definieron: "Hemos enviado una señal importante de que no puede haber democracia ni desarrollo pacífico sin la inclusión de las mujeres".

El secretario del Comité Thorbjorn Jagland destacó el papel de Karman como precursora de la ola de revueltas que sacude al mundo árabe. "Ya se había levantado y mostraba valentía cuando la primavera árabe estaba aún lejos". También se refirió a Johnson-Sirleaf, quien como presidenta "consiguió bajo condiciones muy, muy difíciles mantener con vida el desarrollo democrático en Liberia", aseguró. Mientra que de Gbowee destacó que es considerada como una de las artífices de la paz alcanzada en 2003, en su país.

La yemenita declaró que su premio es "una victoria para la revolución" en Yemen, en la que ella tiene un papel primordial. "Este premio es una victoria para la revolución por el carácter pacífico de esta revolución" contra el régimen presidente Alí Abdalá Saleh.

Por su parte, la presidenta liberiana Ellen Johnson Sirleaf dijo que su reconocimiento es "un premio para todo el pueblo liberiano". "Estoy muy feliz con este premio que es el resultado de mis años de combate por la paz" en Liberia, país que en 2003 puso fin a 14 años de guerras civiles, dijo Sirleaf en declaraciones a la prensa. "Este premio es compartido con Leymah (Gbowee), otra liberiana, y es también un premio para todas las mujeres liberianas", agregó Sirleaf.

Leymah Gbowee fue una de las grandes artífices del proceso de paz que puso fin a los 14 años de guerra civil en Liberia en 2003. Se convirtió hace una década en coordinadora de Mujeres en el Programa de Construcción de Paz/Red de África Occidental para la Construcción de Paz (WIPNET/WANEP) y fundó un año después el grupo Mujeres de la Acción Masiva de Liberia por la Paz. El grupo consiguió reunir a miles de mujeres musulmanas y cristianas para rezar y más tarde organizar protestas pacíficas contra el gobierno presidido entonces por Charles Taylor.

Es la primara vez que el premio se otorga a tres mujeres en conjunto, y con ellas suman 15 las que lo recibieron desde 1901. Se entregará en Oslo el 10 de diciembre, en el aniversario de la muerte de Alfred Nobel, y está dotado con diez millones de coronas suecas (casi 1,5 millones de dólares). El ganador del año pasado fue el disidente chino Liu Xiaobo. Un año antes fue premiado el actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama.

Amnistía Internacional destacó que el reconocimiento a las tres activistas pone de manifiesto que la igualdad es esencial para construir sociedades justas. El secretario general de la organización humanitaria, Salil Shetty, señaló que "el incansable trabajo de estas e innumerables activistas nos acerca a un mundo en el que las mujeres vean sus derechos protegidos y tengan cada vez más influencia en todos los niveles del Gobierno".

Fuente:
http://www.pagina12.com.ar/diario/ultimas/20-178427-2011-10-07.html


viernes, 30 de septiembre de 2011

Un nuevo rincón

Gente, les paso el nuevo blog (http://librosenestereo.blogspot.com/)
que armamos con Marcelo Zuccotti (de Hablando del Asunto). Vamos a ir subiendo textos propios. Acá va el primero… espero que les guste:
http://librosenestereo.blogspot.com/2011/09/el-alumno-supero-al-maestro.html

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Cuando el folklore tiene cara y perfume de mujer

Intérpretes y compositoras, no se contentan con presentar lo propio, en cartel individual, sino que eligen compartir escenario con otras colegas, cruzar ensayos y zapadas y hasta componer en colaboración a partir de lo que se genera en estos encuentros.

Dos ciclos de mujeres del folklore, así presentados –con el género como marca aglutinante e identitaria, dentro del otro género, el musical–, se extienden durante todo este mes y dan cuenta de algo que puede ser entendido como una marca de época: la creciente presencia de mujeres haciendo folklore. Cantándolo, tocando y también componiendo, hablando desde una sensibilidad propia, en un género que, como consigna el periodista especializado Marcelo Simón en su opinión, ha tenido una marca de origen en la misoginia.

A lo largo de septiembre, los ciclos Encuentro de Mujeres Argentinas hoy... en el folklore y Viernes de cantautoras están poniendo en escena las voces, las canciones y los talentos de intérpretes y compositoras, con una particularidad: estas mujeres no se contentan con presentar lo propio, en cartel individual, sino que eligen compartir escenario con otras colegas, cruzar ensayos y zapadas y hasta componer en colaboración, a partir de lo que se genera en estos encuentros. Todos los miércoles en Los 36 Billares (ver aparte) se reúnen en el Encuentro de Mujeres, de a dos voces cada vez, Luciana Jury, la entrerriana Marita Alondra, la cordobesa Paola Bernal, Laura Ros, la salteña Mariana Carrizo, la misionera radicada en La Pampa Sylvia Zabzuk, María de los Angeles Ledesma y Carolina Peleritti, que está comenzando a delinear, con la lentitud de quien no quiere dar pasos en falso, una carrera como cantante de folklore. Y Georgina Ha-ssan, Ariadna Prime, la peruana Sandra Peralta y la brasileña Tatiana Parra son las protagonistas de los Viernes de cantautoras en el Café Vinilo (ver aparte).

Las mujeres de este último ciclo le han dado una vuelta de tuerca a lo que llamaron “Locro, ceviche, farofa”, para dar cuenta de que las une “el amor a la preparación de delicadas canciones, comidas y tertulias compartidas”. Cada viernes es la noche especial de cada una de ellas, pero no están solas. “Las otras mujeres no pueden quedarse sentadas, así nomás, expectantes, en la platea”, explican ellas. Así que van apareciendo como invitadas de la que a su turno oficia de anfitriona, interpretando temas ajenos que se van volviendo propios, con arreglos especialmente pensados. Para el final han preparado un concierto compartido, con una banda integrada por músicos de las bandas de cada una. Y también con algunas canciones que van apareciendo compartidas en autoría, y que quizás algún día formen parte del disco que ya empiezan a imaginar.

“Es un proyecto femenino –no feminista– en el que explotamos esa complicidad tan particular que sabemos generar las mujeres”, advierte Prime, impulsora de la juntada. “En lugar de ponernos a competir entre nosotras, decidimos sumar voluntades. Hay algo allí, en el ponerse a cocinar juntas. Cuando las mujeres no podían salir de sus casas, se juntaban a coser y a bordar. Uno imagina esas reuniones como espacios de sumisión, pero seguramente allí se pasaban información valiosa, seguramente se divertían entre ellas”, analiza. En la comparación que delinea una idea de “lo femenino” en el folklore también aparece la idea de la cocina que utilizaron para nombrar el ciclo: “Todas sabemos lo que es llevar adelante una casa y tener que inventar recursos. Sabemos lo que es abrir la heladera y decir: a ver, con esto tengo que darle de morfar a toda la familia, ¿qué hacemos? Hay algo más flexible en lo femenino, y eso aparece cuando nos reunimos a imaginar este ciclo, y a imaginar las canciones”.

Luciana Jury, una de las Mujeres Argentinas que se lucirán esta noche en Los 36 Billares, tiene una larga carrera compartida con otros, y recién ahora se ha lanzado a editar como solista el exquisito Canciones brotadas de mi raíz. “En ningún momento de mi historia con la música pensé que me embarcaba a un mundo musical folklórico desde el género, pero sí es claro que a las mujeres nos cuesta un poco más, como nos cuesta en todas las cuestiones de la vida, remar un lugar de consideración y respeto”, advierte ella sobre su rol en un ciclo “de mujeres”. “El pretexto de la juntada de mujeres es interesante, porque nos permite compartir una fuerza común, que es justamente esa energía femenina que nos mueve. A lo mejor tiene que ver con derribar el mito de la fragilidad y mostrar toda la fuerza que tenemos, hacernos cargo de los lugares que podemos ocupar. Poner todo lo que tenemos que poner, que es mucho, en este momento tan propicio para construir espacios. De eso se trata.”

El ciclo Los viernes música, que Página/12 organiza todos los años, también durante septiembre, es otro que puede ser leído –escuchado– como una marca de presencia femenina, aunque involuntaria, no planeada como tal. Este viernes actuarán en el Auditorio de la Sociedad de Distribuidores de Diarios, Revistas y Afines las chicas de La Jaula, entre las que se cuentan Lidia Borda, Rita Cortese y Dolores Solá. Ya pasaron Liliana Vitale y Verónica Condomí, restan Sara Mamani y Melania Pérez. El único ejemplar masculino del ciclo ha sido Acho Estol. Como integrante de La Chicana, que comparte con Dolores Solá.

Por Karina Micheletto

Fuente:
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/3-22964-2011-09-21.html

sábado, 17 de septiembre de 2011

Palabra autorizada

Un taller de la Unidad 31 de la Cárcel de Ezeiza reúne a un grupo de mujeres privadas de su libertad para analizar la evolución de la prisión moderna... desde la prisión moderna.

Dos años atrás, un documentalista –David Bond– se preguntó si acaso era posible tener privacidad en Gran Bretaña. Su respuesta fue un film llamado Erasing David, donde el realizador y productor probó desaparecer un mes, con detectives privados –que sólo tenían su nombre y su foto– al acecho. Gracias a redes sociales, bancos de datos y cámaras de seguridad, en menos de 30 días Bond fue capturado. “Después de China y Rusia, Inglaterra es el tercer país más vigilado del mundo, con (casi) una cámara por persona; es una locura”, expresó el justificadamente paranoico muchacho brit.

El caso (un caso más) es sintomático: La sociedad de control está que arde y un simbólico panóptico de Bentham –aquel que permitía que el guardia echase el ojo sin ser visto– goza de tan buena salud que la publicación de 1975 de Michel Foucault no pierde vigencia. Con Vigilar y castigar, el –siempre lúcido– francés arrimó una explicación sobre las cárceles y el traslado del castigo físico a la “corrección disciplinaria”, de la ejecución pública y el calabozo a formas carcelarias más “blanquecinas”, formas donde la visibilidad se volvía (se vuelve) una trampa.

Más allá del evidente logro historizador al describir y teorizar sobre el desarrollo, las tecnologías y la economía del castigo en la era moderna, Foucault alcanzó un estadio analítico superior: Demostró que la prisión es un continuo, que la sociedad toda está atada a métodos de control no evidentes. La vida diaria y sus manifestaciones institucionales son vigiladas en pos de la “normalización” generalizada. El panóptico caló tan profundo que las torres son las personas, el otro, los espacios laborales y, así, al infinito.

Resulta –por lo menos– irónico entonces que 35 años después de su primera edición, el célebre texto haga el camino inverso y, tras transitar el campo académico con su tan difundida metáfora de realidad, vuelva –una vez más– tras las rejas, como lo hace cada quince días, a través de un taller de lectura y pensamiento llamado “En los bordes andando” (ELBA), organizado por el músico y docente universitario Luis “El Chino” Sanjurjo en la Unidad 31 de la Cárcel de Ezeiza.

Jueves sí, jueves no, Silvina, Liliana, Cynthia, Sandra, María José y otras internas –privadas ellas de su libertad– se reúnen en la biblioteca del penal y, en franco recorrido analítico, leen Vigilar y Castigar; repasan el nacimiento de la cárcel... desde la cárcel, mientras, por lo alto, una ventanita les hace de velador y deja pasar algunos hilos de luz filtrados por barrotes y un continuo de alambre de púa.

“Lo que se intenta es generar un espacio recreativo que permita la emergencia de la voz propia y sinceramente creo que, sin apelar a textos fuertes, se puede llegar a buen puerto. No es necesario buscar lo explícito-que-te-rompe-el-corazón. Lo positivo de Foucault es justamente el equilibrio: Es encarnizado pero tiene la distancia de la reflexión teórica”, repasa para Las12 Sanjurjo.

Entonces, de buenas a primeras, ya en clase, pide a las chicas que piensen la realidad como una olla de fideos; que el libro sea su colador. “¿Cuál es la cualidad específica de la hebra que están por sacar?”, inaugura Luis. “Pienso en conceptos como ‘Encarcelamientos readaptadores’, ‘Dispositivos de disciplina’ o ‘Política del cuerpo’, pero sigo sin encontrarle sentido a acumular personas para volverlas dóciles”, comenta Silvina, que –luego– explicará cómo agradece el espacio generado(r) para usar “la herramienta intelectual que te permite vivir de pie”.

Liliana –autora de Obligado Tic Tac, un libro cartonero que escribió en la cárcel y ha sido publicado– sacude la pluma; lee unas palabras que son suyas: “Ya no es el cuerpo; es el alma. A la expiación que causa estragos en el cuerpo, debe suceder un castigo que actúe en profundidad sobre el corazón, el pensamiento, la voluntad, las disposiciones...”. Para ella, la “evolución” del penitenciario tiene sus bemoles: “Ok, no tenés el castigo físico, pero hoy estás acá y mañana te mandan a La Pampa. A veces me pregunto si la gente sabe lo que eso significa para un ser humano...”. Silvia aporta su dosis de sentido: “¿Qué utilidad puede tener una persona que está pensando que la van a trasladar al sur cuando ya se acostumbró a un determinado lugar, tiene su trabajo y está estudiando?”.

No es la primera vez que el taller debate tópicos. La experiencia de ELba lleva tres años, varios autores y notables logros: Además de leer a Aníbal Karkowski, al Marqués de Sade, Maurice Merleau-Ponty, entre otros, ya han publicado tres revistas (la última, dedicada a los textos cortos que surgieron a partir de Vigilar y Castigar) e incluso realizaron una intervención artística en la Plazoleta del Obelisco el pasado abril (sus textos y frases estaban encerrados en jaulas y eran “liberados” por transeúntes curiosos). También participaron del disco homónimo de la banda Pléyades, Reggae Foucaulteano (del que Sanjurjo es vocalista) y, este año, dieron un recital en el penal que, según Sandra y Cynthia, “fue hermoso” y donde “no había diferencias entre autoridades e internas”: En total armonía.

Al fin y al cabo, se trata de conquistar terreno con batallas microscópicas y un objetivo en mente: Humanizar la experiencia carcelaria. “Ahora mucha gente dice: ‘Estas mujeres piensan’. No creen que solamente estamos comiendo guiso. Aunque todavía existen prejuicios muy arraigados como ‘¿en serio las presas escriben?’”, destaca Liliana. “La información que el grueso de la gente recibe está asociada a lo marginal, a lo tumbero y ni siquiera es crítica sobre el sistema; refuerza el morbo del preso como amenaza”, comenta Luis quien, en su taller, palpa la fisura, la mide, la parte. Porque, como explica la contratapa de la revista ELBA, “‘ser’ no es lo mismo que ‘estar’ preso”.


Por Guadalupe Treibel

Fuente:

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-6750-2011-09-16.html

lunes, 5 de septiembre de 2011

Relatos propios

Les dejo la dirección de mi nuevo espacio, también sobre mujeres:

http://despabilatemujer.blogspot.com/

sábado, 27 de agosto de 2011

Para ellos, hablar sobre los problemas es perder el tiempo







Ellas, por el contrario, ven en el diálogo el camino hacia la solución de los conflictos
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Las mujeres consideran que hablar es el mejor camino para la resolución de conflictos; en cambio, los varones son más propensos a creer que discutir sobre los problemas es una verdadera pérdida de tiempo.
Eso es lo que revela una investigación realizada con fondos del Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos, que halló un dato curioso adicional: los varones confesaron que su resistencia a hablar sobre conflictos personales podía ser considerada una forma de no hacerse cargo de sus problemas.
Todo un problema en sí mismo, ya que la marca registrada internacional sobre la masculinidad exige que los hombres puedan resolver las cosas, que puedan solos y sin que medie la improductiva verborragia femenina.
"Las mujeres consideran que hablar con amigos y con otras personas es una forma de ayudarlas a resolver los problemas, de sentirse protegidas y de no dejar que los conflictos permanezcan encerrados", comenta a La Nacion la autora principal del estudio realizado por la profesora de psicología Amanda Roses, de la Universidad de Missouri, Estados Unidos.
Pero la ley que establece que los varones deben poder resolver sus problemas solos, sin que entre en juego la palabra femenina, ¿está escrita en la naturaleza, o es una construcción de la cultura?
"Como todas las diferencias de género, responden a una combinación de ambos factores", dice la doctora Roses, y agrega: "La ciencia no ha progresado a tal punto de decir con seguridad cuánto responde a una predisposición biológica y cuánto a las diferentes experiencias que varones y mujeres encuentran en su proceso de desarrollo".

Cerebros diferentes
Militante por la causa por la diferencia de géneros, la doctora Elena Levin, médica psiquiatra y directora del posgrado en ginecopsiquiatría de la Universidad Favaloro, explica que los cerebros masculino y femenino son anatómica y funcionalmente distintos.
"El cerebro femenino es mucho más eficiente cognitivamente e integra con más eficacia ambos hemisferios, pues utiliza ambos en el procesamiento del lenguaje; en el cerebro de las mujeres todo está conectado con todo, como si fuera una superautopista de Internet", ejemplifica. Levin también destaca las investigaciones de la neuropsiquiatra de la Universidad de California Louann Brizendine, autora del polémico libro El cerebro femenino , en el que resaltó algunas trascendentes diferencias de género producidas durante la vida intrauterina.
Mientras los varones a partir de las ocho semanas de gestación empiezan a bombear grandes cantidades de testosterona que descuidan los centros de comunicación, las células cerebrales de las futuras mujeres desarrollan más conexiones en los centros de comunicación y en las áreas que procesan la emoción, muestran los estudios de Brizendine.

[...]

El nuevo varón parlante

"Las mujeres son proclives a hablar entre ellas de temas profundos; en cambio, los hombres tenemos mucho pudor para desnudar nuestros miedos, nuestros conflictos sexuales y cualquier tema personal. De chicos, pensábamos que los juegos de las nenas se limitaban a vestir y desvestir muñecas, pero resulta que mientras nosotros corríamos detrás de una pelota, ellas dramatizaban toda la dinámica familiar y hoy saben mucho más de vínculos que nosotros", confiesa Mario Zerkowski, un químico de 65 años que integra un grupo de reflexión sobre masculinidad.
Su acidez irónica resquebraja el estereotipo cultural que cristaliza a las mujeres hablando sin parar y a los hombres actuando en silencio.
"Salvo excepciones que confirman la regla, los varones cuando nos reunimos con otros no sabemos hablar de nuestros sentimientos, de nuestras emociones. Capturados por el mito del héroe, del duro, el triunfador, podemos discutir de política, de fútbol, filosofía, negocios, economía, literatura, cine y mujeres, pero difícilmente abrimos un espacio de encuentro entre el pensar, el sentir y el actuar. Los hombres estamos más atravesados por un espíritu pragmático y buscamos las soluciones en la acción, mientras las mujeres quieren hablar y buscan las respuestas a través del diálogo", dice el psicólogo Guillermo Vilaseca, coordinador de talleres de reflexión sobre masculinidad (www.varones.com.ar).
Vilaseca asegura que cuando los hombres se sienten jaqueados por las circunstancias, en lugar de verbalizar sus conflictos y confusiones tienden a atrincherarse, avergonzados. "Ser varón está ligado a saber, poder y tener, ser importantes, sentirse orgulloso y confiado de sí mismo, todas cualidades con un denominador común: la potencia." Cuando el varón no puede responder a este modelo cultural exigente, se repliega en silencio.
La propuesta de Vilaseca es ésta: "Sondear el abismo entre el modelo internalizado y las propias posibilidades de concretarlo. Y lo hace con herramientas psicodramáticas que combinan la palabra y la acción".
"Los viejos modelos culturales no han muerto y los nuevos no han terminado de nacer", dice Vilaseca. Y apuesta a la construcción de un nuevo modelo de masculinidad, capaz de desanudar las emociones y apropiarse de ellas nombrándolas.

Por Tesy De Biase

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1401126-cont-para-ellos-hablar-sobre-los-problemas-es-perder-el-tiempoagenda

miércoles, 3 de agosto de 2011

De la mujer ancestral a la transgresora

La psicóloga Liliana Mizrahi, trabaja sobre la culpa impuesta por la sociedad a las mujeres que desafían la imposición cultural de ser madres bajo cualquier circunstancia.

Cambió el turno a una paciente y dispuso su porteño consultorio de Belgrano para la entrevista. “¡Aquí esta la prueba de galera!”, exclama, enfática, Liliana Mizrahi mostrando la tapa de su último libro a punto de entrar a imprenta: Mujeres libres y crímenes sociales.
Sobre este trabajo, seguramente 
polémico como todos los anteriores, y los temas que la empecinan escribe Mizrahi.


–En la década de 1980 a mane­­ra de prólogo de su libro “La mujer transgresora”, su colega Tato Pavlovs­ky dijo que usted “escribe a través de sus cicatrices”. ¿Lo sigue haciendo?

Ya no escribo desde las cicatrices porque tengo muchas menos heridas, escribo desde la experiencia y el deseo de que las mujeres tengamos libertad para decidir sobre nuestros cuerpos.

–Todos sus libros de ensayos (y también los de poemas) tienen a la mujer cómo protagonista. ¿Hoy persistiría la crisis entre la mujer “ancestral” y la “transgresora”?
La mujer ancestral es la mujer del patriarcado, obediente, sumisa, secundaria, silenciosa, aislada del mundo público. La mujer transgresora es la que desacata esos mandatos de no-crecimiento. Levanta la voz, desarrolla su pensamiento, transgrede para crear espacios nuevos. Recrea. Esa tensión entre ambos aspectos existe porque ese conflicto es el motor de los cambios y transformaciones que las mujeres hacemos.

–A través de otros escritos, en particular “Mujeres en plena revuelta”, prevé una gran movilidad en la conciencia femenina. ¿Estamos ante esos cambios?
Estoy convencida de que hay una gran movilización en muchísimas mujeres. Algunas tienen o se autoimponen un techo para crecer, otras no. Hay más referentes mujeres para identificarse con conductas de libertad. Hay reconocimiento de los pactos de no-crecimiento y rupturas. Hay una mayor y más profunda conciencia de género. Hay menos mujeres dispuestas a someterse o callarse.

–Acaba de lanzar un libro por internet llamado: “Mujeres libres y crímenes sociales”, donde se cuestiona entre otras temáticas la maternidad como algo “natural”. ¿No querer ser madre es una gran transgresión?
No querer ser madre, en una cultura patriarcal, muestra que esa mujer “no está bien de la cabeza”. Esa decisión es un deseo condenado, un estigma, una mala mujer, una mujer desnaturalizada, una mujer sin sentimientos. Esto promueve la creencia que la maternidad es obligatoria y no lo es, ni podría serlo. El cuerpo de la mujer está preparado para gestar, eso es natural en tanto propio de la naturaleza, no quiere decir que si no quiere gestar deba hacerlo. No creo que lo haga. Las mujeres tenemos el derecho de decidir nuestras maternidades. No nos reconocen ese derecho todavía.

–¿Pero qué pasa con las mujeres que no quieren ser madres? ¿Hay mucha culpa en elegir?
Sí, hay culpa, en mayor o menor grado. Depende de qué mujer estamos hablando. Una mujer de conciencia evolucionada, dueña de sí misma, con otros proyectos para su vida donde la maternidad no cuenta, se sabe responsable de una decisión importante, no siente lo mismo que una mujer con un coro griego que la mira y la acusa y la condena por ese mismo deseo.

–¿Por qué percibe que hay poca implicancia masculina en el debate sobre la despenalización del aborto?
El tema del aborto siempre se entendió como “cosas de mujeres”. La poca implicancia masculina en “cuestiones de mujeres” es tradicional y habla de los varones, que por otro lado, parece que están empezando a evolucionar. Esta lucha no es contra la maternidad ni contra la vida, ni contra la familia, es una lucha para tener libertad para decidir.

–Otra de sus aseveraciones es: 
“Esta cultura mata de muchas maneras”.
Sí, creo eso. Esta cultura mata a través de políticas económicas que matan más lentamente, pero matan igual. Se mata de muchas maneras: excluyendo al individuo del mercado laboral, discriminándolo, dejando a generaciones carentes de educación, instrumentos para pensar y trabajar, una educación que lo socialice y lo integre. Se puede matar por hambre, por frío, por extrema soledad y abandono, por falta de cuidados médicos. Porque los chicos están en la calle. Hay mucha gente muerta caminando por la calle. Llamo muerta a esa persona incapaz de cambiar, transformarse, conocerse, evolucionar. Se mata con una botellita de alcohol y un fósforo. Con una aguja de tejer o un tallo de perejil. ¿Acaso no comemos cadáveres a menudo?

–Ante una realidad que muchas mujeres perciben injusta ¿es mejor adaptarse u oponerse?
Si una realidad es injusta, adaptarse es sobreadaptarse, es decir adecuarse a lo inadecuado. Aguantar, soportar. En este tema las mujeres damos cátedra. Es al revés: se trata de aprender a no sobreadaptarse, no adecuarse a lo inadecuado. No naturalizar la injusticia. No soportar lo insoportable. Creo que es mejor poner límites, oponerse, resistir, levantar la voz y entre muchas el griterío va a ser tal que nos van a escuchar. Por eso hablo de los temas que de los que se suponen no debemos hablar. Y es al revés, hay que hablar de la trata de personas, de la descriminalización del aborto, de la libertad para decidir, de la pedofilia, de la Iglesia, de la violación en familia.

–¿Cuál es su opinión acerca del porqué de la abrumadora cifra de “feminicidios”? ¿Se producen más que en épocas pasadas o tienen más visibilidad?
- Es grande la violencia entre varones y mujeres y ese también es un tema de debate. Muchas mujeres no reconocen la violencia como violencia, no entienden el insulto como insulto, necesitamos poder pensar esa realidad. Falta prevención primaria, incluir en las materias escolares estos temas. No es difícil matar una mujer, no tenemos la fuerza muscular de un varón, pero lo importante es que las mujeres se quedan ahí donde las maltratan hasta que las matan.

–En el capitulo final de “Mujeres libres y crímenes sociales” involucra a la Iglesia, ¿usted dice que el mundo ha cambiado y la Iglesia no acompaña ese cambio?
La Iglesia está petrificada en el tiempo y lamentablemente tiene poder sobre muchas cabezas acríticas. Pobre Jesús, nunca imaginó esto y estaría bien triste si viera lo que sucede: cómo la Iglesia está detenida y no evoluciona con el tiempo con lo cual deja de acompañar y ayudar a muchas personas. Al estar detenida en el tiempo, está ausente de las realidades que no quiere ver o no quiere asumir como responsabilidad. La sexualidad de los jóvenes es su responsabilidad y sin embargo le falta “sentido común”, una conciencia más humanizada acerca de la realidad de estos tiempos. Me parece que las mitras doradas no tienen un pensamiento inteligente, tienen un pensamiento dogmático, cristalizado y que no es bueno para la gente salvo para los creyentes de mentiras patriarca­­­-
les. Pobre Jesús ¿qué le diría a los sacerdotes pedófilos y mentirosos, y a 
los que bendijeron armas o los que le dieron la comunión a genocidas, a los que calmaron la conciencia de los pilotos de los vuelos de la muerte? Pobre Jesús. La iglesia católica crucifica a Jesús para defender su dogmatismo anacrónico.

Por Bibiana Fulchieri

Fuente:

http://www.lavoz.com.ar/suplementos/temas/mujer-ancestral-transgresora


El libro está en internet:

http://vamosacambiarelmundo.org/wp-content/uploads/2011/06/Aborto.pdf




sábado, 2 de julio de 2011

MUJERES EN MOVIMIENTO

La publicación del libro Dinámica de una Ciudad, Buenos Aires, 1810-2010 pone claramente de manifiesto la notable evolución de las mujeres en educación e independencia económica, lograda a través del siglo XX y que prosigue en el XXI, siempre por delante de las leyes escritas y también de la imagen que suelen reflejar los medios, particularmente la televisión y la publicidad, en franco retroceso.

Las mujeres fueron la avanzada, la vanguardia: esa es una de las conclusiones si observamos los importantes cambios sociodemográficos y económicos experimentados por la población de Buenos Aires durante la segunda mitad del siglo XX”, afirma Alfredo E. Lattes, coordinador del libro Dinámica de una Ciudad, Buenos Aires 1810-2010, nueva entrega de la Dirección General de Estadísticas y Censos de la Ciudad de Buenos Aires, organizada en 14 capítulos donde participan numerosos especialistas en diversas disciplinas, abordando temáticas ambientales, sociodemográficas, políticas y culturales. Alfredo E. Lattes es M.A. en Demografía (Universidad de Pennsylvania), investigador emérito del Centro de Estudio de Población (Cenep) y asesor de la Dirección General de Estadísticas y Censos del Gobierno de la Ciudad.

“Históricamente, las mujeres que habitan Buenos Aires han sido las precursoras de la práctica del control de la fecundidad observado en el país”, prosigue Lattes. “También hay que destacar el creciente nivel de inclusión escolar: las mujeres van mejorando su logro educativo más rápidamente que los varones. A lo largo del período 1950-2000, la población económicamente activa de la ciudad creció muy poco. Y ese bajo crecimiento esconde la gran disparidad de participación de cada sexo: mientras que la de las mujeres experimentó un significativo ritmo de avance, la masculina decreció notoriamente. Esta feminización en alza de la participación económica es el resultado combinado de la feminización de la población total y del continuo crecimiento de las tasas de actividad de las mujeres. En décadas recientes, la mayoría de las mujeres continúa manteniendo su rol de principal responsable de los hijos y el funcionamiento cotidiano del hogar.”

Imagenes rezagadas
Licenciada en Artes (UBA), magister en Sociología de la Cultura (Unsam), profesora adjunta de Historia de la Comunicación Visual en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (UBA) –entre otros títulos–, Sandra Szir es responsable del capítulo Figuraciones Urbanas, Caras y Caretas, 1900. Entrevistada por Las12, Szir señala que “las imágenes son en general construcciones ideológicas, nunca se pueden ver como un espejo, como un reflejo exacto de una realidad determinada, que suele ser mucho más compleja. Las imágenes por sí mismas tienen una densa textura de significados, de sentidos, que tienen que ver con determinados estilos, con convenciones representativas, con modos de mostrar. Lo cual hace que existan una serie de mediaciones a veces muy difíciles de interpretar. De decir, por ejemplo: esta imagen está reflejando la mirada masculina o la manera de comportarse de la mujer en tal época...”

El enfoque en las artes visuales, en el periodismo era mayoritariamente masculino en el siglo XIX, hasta bien entrada la segunda mitad del XX. Y en parte, lo sigue siendo.
–Seguro, a lo largo de la historia del arte, más que la mirada masculina, las imágenes representan las relaciones de poder entre los géneros, la mentalidad de cada época. Es importante remarcar que la imagen nunca puede analizarse aislada o sola, hay que relacionarla con un contexto discursivo institucional. Si la imagen está en determinando soporte, esto tiene que ver con la articulación, con el texto que la rodea, es decir, un discurso que le está queriendo decir algo a la imagen. Si hablamos de periodismo, la misma imagen publicada en un medio, no tiene igual sentido que si se la publica en otro. Dentro de cada contexto discursivo dice cosas diferentes.

Al observar las representaciones de la mujer a lo largo de dos siglos, ¿qué aspectos destacables se te fueron revelando?
–Te reitero que siempre hay sentidos plurales. Quizá se puede ver una especie de evolución, advertir que la mujer empieza a tomar más intervención. Es decir, en cierto momento, ya no se trata sólo de la mirada masculina, sino que aparece el deseo de autorrepresentación. Desde este punto de vista, sí se pueden ver cambios, valores que se van modificando. Sin embargo, si mirás imágenes de la mujer en la publicidad actual, podés notar sentidos contradictorios: en muchos casos aparece la mujer como objeto.

¿Sólo capacitada para elegir champúes o yogures laxantes, casi siempre pendiente de su aspecto físico?
–Tal cual, aparece mucho esa imagen y también la de la mujer madre, ama de casa contentísima con la limpieza del hogar. Una imagen decididamente conservadora. La edad es un tema tabú en la publicidad: todas son jóvenes, bonitas y delgadas. La paradoja es que la ciudad envejece y hay muchas mujeres mayores, en edades que son activas, productivas en la actualidad...

¿Nunca una mujer sube las escaleras de alguna facultad en un aviso, a pesar de que es tan alto el número de estudiantes universitarias?
Para nada, en cambio tenemos muchas amas de casa felices de que todo brille en sus casas... En los ’70, en los ’80 creo que se vieron imágenes más modernas, más actualizadas. En periodismo, por ejemplo, estaba la revista Claudia que hablaba de mujeres profesionales, artistas. Y ni hablar de lo que sucede con la representación de la mujer en la televisión actual. Ha habido un retroceso y lamentablemente hay una connivencia de ciertas mujeres, como las chicas Tinelli: personajes que no se sabe bien qué hacen, a quién representan, qué aporte social o cultural significan para la TV que se la pasa hablando de ellas, habiendo tantas mujeres haciendo cosas importantes, interesantes en las ciencias y en las artes.

Para no mencionar a las que están sufriendo violencia o discriminación.

Seguir leyendo en:
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-6595-2011-07-02.html

Por Moira Soto