domingo, 25 de septiembre de 2016

Un poema de Gabriela a Victoria

Recado a Victoria Ocampo en La Argentina


Victoria, la costa a que me trajiste, 
tiene dulces los pastos y salobre el viento, 
el mar Atlántico como crin de potros 
y los ganados como el mar Atlántico. 
Y tu casa, Victoria, tiene alhucemas, 
y verídicos tiene hierro y maderas, 
conversación, lealtad y muros.
Albañil, plomero, vidriero, 
midieron sin compases, midieron mirándote, 
midieron, midieron... 
Y la casa, que es tu vaina, 
medio es tu madre, medio tu hija... 
Industria te hicieron de paz y sueño; 
puertas dieron para tu antojo; 
umbral tendieron a tus pies...
Yo no sé si es mejor fruta que pan 
y es el vino mejor que la leche en tu mesa. 
Tú decidiste ser “la terrestre”, 
y te sirve la Tierra de la mano a la mano, 
con espiga y horno, cepa y lagar.
La casa y el jardín cruzan los niños; 
ellos parten tus ojos yendo y viniendo; 
sus siete nombres llenan tu boca, 
los siete donaires sueltan tu risa 
y te enredas con ellos en hierbas locas 
o te caes con ellos pasando médanos.
Gracias por el sueño que me dio tu casa, 
que fue de vellón de lana merino; 
por cada copo de tu árbol de ceibo, 
por la mañana en que oí las torcazas; 
por tu ocurrencia de “fuente de pájaros”, 
por tanto verde en mis ojos heridos, 
y bocanada de sal en mi aliento: 
por tu paciencia para poetas 
de los cuarenta puntos cardinales...
Te quiero porque eres vasca 
y eres terca y apuntas lejos, 
a lo que viene y aún no llega; 
y porque te pareces a bustos naturales: 
a maíz que rebosa la América 
—rebosa mano, rebosa boca—, 
y a la Pampa que es de su viento 
y al alma hija del Dios tremendo...
Te digo adiòs y aquí te dejo, 
como te hallé, sentada en dunas. 
Te encargo tierras de la América, 
¡a ti tan ceiba y tan flamenco, 
y tan andina y tan fluvial 
y tan cascada cegadora 
y relámpago de la Pampa!
Guarda libre a tu Argentina 
el viento, el cielo y las trojes; 
libre la Cartilla, libre el rezo, 
libre el canto, libre el llanto, 
el pericón y la milonga, 
libre el lazo y el galope 
¡y el dolor y la dicha libres!
Por la Ley vieja de la Tierra; 
por lo que es, por lo que ha sido, 
por tu sangre y por la mía, 
¡por Martín Fierro y el gran Cuyano 
y por Nuestro Señor Jesucristo!

Gabriela MistralTala, 1938. 





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