lunes, 18 de enero de 2016

Heroína vegana

La Cenicienta que no quería comer perdices es el nuevo título de Madreselva para romper el esteotipo del amor romántico.
  

 Por Flor Monfort
“¿Hay algo más difícil y gratificante que nadar en contra de la corriente? Los libros de Madreselva se parecen mucho a eso”, dice el Facebook de la editorial que desgrana un catálogo de libros con temas que parecen tener punta, serrucho y filo, como el rechazo a las vacunas, el deseo lésbico o la ceremonia que supone dar la teta.
La Cenicienta que no quería comer perdices es el cuarto libro infantil que publican, con el signo de pregunta sobre la categoría en la cual se supone que entra porque la trama parece involucrarnos a todxs, sin caer en golpes bajos pero con el dramatismo que supone elegir bajo ese mandato automático que dice que con un varón al lado todo es mejor. La Cenicienta… no solo pone en duda esa premisa de “vivir felices y comer perdices” de los cuentos clásicos sino que hace una especie de relato invertido: en éste escrito por la cuentista aragonesa Nunila López Salamero, la boda es lo primero que ocurre y lo que empieza a poner en duda todo lo demás. Porque a diferencia de la historia oficial sobre las princesas, a esta le gusta divertirse, es “normal” desde el principio (no es una huérfana castigada ni una bruja malvada) y sin embargo, cae en la trampa del amor romántico.
Viendo el mundo desde unos incómodos tacos y obligada a cocinar perdices siendo vegetariana, esta cenicienta empieza a ver cómo sus pies se pudren en zapatos imposibles al ritmo que su alma se marchita en un hogar infeliz. Cuando lo cuenta es reprimida, de manera que las otras voces que aparecen, no son aliadas y el laberinto parece encarnar su mejor tesoro. De la soledad emerge la certidumbre: verse a si misma desde afuera, reírse de esa imagen “tacuda” y tener la piedad para perdonarse por tanta ingenuidad. Los hombres no son príncipes y nadie puede salvarte si no pensás profundamente en tus deseos.
A este punto La Cenicienta… emociona porque revaloriza el cuerpo (y la que se ilustra no es una mujer identificable con la imagen tradicional femenina), porque aclara que a veces lleva varios “príncipes” llegar a estas verdades y porque descubre en la danza su motor salvador. Y con la ayuda de la hada Basta (rebautizada en femenino), se siente vacía para volver a empezar. Al final LC se encuentra con muchas como ella y pone un restaurante vegetariano que se llama “Me sobra armonía” donde todas bailan con panza y los pies al aire, si tienen ganas.
La Cenicienta… fue presentado en Pañuelos en Rebeldía, en el Taller de Talleres y en un encuentro de feministas populares junto a Claudia Korol, que escribió un prologo precioso (“Yo soy esa cenicienta feliz en el final, en el principio, cuando descubrimos que el deseo es subversivo, y que puede derrumbar los castillos que nos resultaron fronteras y prisiones. Soy esa cenicienta que te cuenta que se puede cambiar, que se puede revolucionar nuestra propia historia y la historia de todxs, con imaginación, con alegría, con muchas iniciativas creativas –como este cuento– donde la belleza interpela nuestros sentidos, y nos invita a la aventura de la libertad” dice allí). “Como es español, muchas mujeres de los barrios que se llevaban el libro me contaban que lo conocían de fotocopias por haberlo trabajando en talleres de mujeres u otras lo llevaban con la idea de trabajarlo en su grupo. También lo vendimos en el Encuentro de los Pueblos que reunió a organizaciones de todo el país y varias lo llevaron a Jujuy, por ejemplo, con la idea de trabajarlo entre mujeres. Miriam Cameros Sierra es la ilustradora y la maga que hizo posible la edición en Argentina” dice Vero Diz, editora de Madreselva y remadora de sus proyectos.
Una hermosa manera de contarles a nuestrxs niñxs que las mujeres podemos estar sin pareja (nunca “solitas” o “solteronas”) y ser creativas, gozosas y felices, aunque descubrirlo nos lleve un buen tiempo.
Facebook: Madreselva Editorial

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