miércoles, 3 de septiembre de 2014

El peligroso cuento de la “supermamá”

Por Mariana Carbajal

Hace pocos días, el diario Clarín pretendía contar la historia de una madre de seis hijos. Pero lo hizo desde una perspectiva sesgada, aplicando un discurso estereotipado que aún se replica en la vida cotidiana doméstica y laboral. Mariana Carbajal analiza el caso como un adelanto del Seminario Periodismo, Género, Sociedad que dictará en Anfibia junto a Eleonor Faur.



Hace pocos días, el diario Clarín destacó la historia de una joven que tuvo dos veces trillizos. “La supermamá de Lanús”. Así  llamó a Andrea Pereyra, una mujer de 27 años, que enfrentó la maternidad por primera vez a los 16 y ocho meses después  volvía a quedar embarazada. En las dos oportunidades de trillizos: cinco varones y una niña.

 El artículo está plagado de estereotipos de género y prejuicios. Cuenta que la única niña de la prole, de 11 años, está atenta a que sus cincos hermanos varones no se lastimen entre sí. Para el diario, la pequeña muestra tener “un gran instinto maternal”. La crónica destaca que entre los hijos arman un equipo de “fútbol  5 con una porrista”. El relato gira en torno a anécdotas -menores- que ilustran la cotidianeidad familiar: cuántas fuentes de patitas de pollo hay que preparar para el almuerzo; cómo se traslada la familia de un lado a otro; qué sucede cuando a los chicos los separan en los grupos escolares. Apenas, y con un dejo de humor, se recupera la confesión de que “a veces te vuelven loca”. Pero todo empieza y termina como una historia de “esfuerzo y amor”.
A lo largo del artículo no hay ninguna reflexión sobre la edad –apenas 16 años—en que quedó embarazada por primera vez la “supermamá”. ¿Estaba escolarizada? ¿Había accedido a información sobre cómo prevenir un embarazo en la adolescencia? ¿Fueron embarazos deseados y elegidos? ¿Tuvo oportunidad de optar por otro proyecto que la maternidad? Responder estas preguntas nos mostraría la historia de Andrea Pereyra desde otro enfoque, un enfoque de derechos. Pero Clarín prefiere la imagen de la heroína, de la maternidad como destino ineludible para una mujer.

¿Cómo podemos abordar la historia de Andrea Pereyra desde una óptica de derechos sin perder rigor informativo?  ¿Cómo mirarla desde una perspectiva de género?

El artículo pone el foco en el “esfuerzo y el amor”, como pilares centrales de la relación entre la madre y sus hijos. Ni se detiene en la edad que tenía Andrea Pereyra cuando dio a luz ni pone la lupa en las posibilidades que tuvo para finalizar el secundario, ni en cómo se las arregla para vivir, a cargo del hogar con su único ingreso como empleada doméstica, mientras lucha para recuperar la cobranza de la Asignación Universal por Hijo. Esa información apenas se desliza, cuando lo hace. “Yo crecí con ellos”, señala la mamá. Ese texto, que podría ser dicho por muchas de nosotras, en este caso, puede tener otros sentidos, pero apenas se enuncian.

Fiel a los designios de género que suponen a las mujeres –ante todo- como madres, el relato avanza omitiendo toda lectura de género y cualquier atisbo de perspectiva social. Desconocemos, en verdad, cualquier información sobre el contexto socioeconómico en el cual transcurre los días esta singular familia. No nos queda más que adivinar cuáles son los malabares que desarrolla de forma cotidiana esta joven mamá multípara. La impronta maternalista parece teñir cualquier interrogante. O responderlo a media lengua, mucho antes de ser enunciado.

El maternalismo no es una novedad en la sociedad argentina. Tampoco lo es en los medios de comunicación. A pesar de las profundas transformaciones sociales, de la participación política y económica de las mujeres, de la importante proporción de hogares con jefatura femenina; a pesar de la ley de matrimonio igualitario, e incluso de la posibilidad de elegir la identidad de género, las madres siguen siendo narradas como personas “naturalmente” incondicionales y abnegadas.

En este caso, el mensaje es acotado y sesgado. Presume la “naturalidad” como parte central de la maternidad, el afecto como una disposición que “todo lo puede” y, en última instancia, la reificación de la mujer, con atributos heroicos (“la supermamá”), que armada de humor e infinita paciencia logra sostener a sus seis hijos.

Discursos que hacen parte de la vida cotidiana en familias y en empresas, perspectivas que todavía sustentan buena parte de las políticas sociales.  Formatos que, aún en el siglo XXI, se siguen multiplicando en “el gran diario argentino”. (...)




Fragmento de un texto de Marie Langer:
eso que llaman instinto maternal
... “el amor en más” (L’amour en plus) de Elizabeth Badinter, que demuestra que no siempre bastaba, tener hijos, para despertar al instinto y amor maternal. Ella describe, como, desde el siglo XVII en delante, hasta bien entrado el siglo pasado, la población urbana francesa solía desembarazarse de sus recién nacidos mandándolos al campo, al cuidado de amas de leche campesinas. El resultado fue una mortalidad infantil enorme y una baja preocupante a la larga, para los gobernantes, del índice de aumento de la población. Demuestra la autora, a través de su libro, como las madres de entonces carecían totalmente de “instinto maternal”, pero también, como éste fue creado, “el amor forzado” lo llama Badinter, con el tiempo por el desarrollo de una filosofía y moral impuesta. Fue Rousseau, quien inventó a través de la pareja ideal, Emile y Sofie, a la mujer suave, indefensa, de inteligencia práctica y dedicada totalmente a la atención del esposo y a la crianza de sus hijos. Sostiene que Freud y sus seguidores, especialmente Helene Deutsch, Melanie Klein y Winnicott, serían los últimos herederos de la ideología roussoniana. Predice una época nueva, en la cual ya no toda la responsabilidad para la crianza y salud mental de los hijos, recaiga sobre la madre, sino donde se estaría despertando el “instinto paterno”. Daré como ejemplo el éxito de taquilla que obtuvo, unos años atrás la película Kramer vs. Kramer como también una nueva modalidad en los divorcios. Hay madres que deciden “hacer su vida” y padres que eligen quedarse con los hijos.


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