jueves, 15 de abril de 2010

Antígona

Antígona, por Frederic Leighton




Antígona vierte tierra sobre el cuerpo de Polinices


Antígona: Y, ¿cómo no, pues? ¿No ha juzgado Creonte digno de honores sepulcrales a uno de nuestros hermanos, y al otro tiene en cambio deshonrado? Es lo que dicen: a Etéocles le ha parecido justo tributarle las justas, acostumbradas honras, y le ha hecho enterrar de forma que en honor le reciban los muertos, bajo tierra. El pobre cadáver de Polinices, en cambio, dicen que un edicto dio a los ciudadanos prohibiendo que alguien le dé sepultura, que alguien le llore, incluso. Dejarle allí, sin duelo, insepulto, dulce tesoro a merced de las aves que busquen donde cebarse. Y esto es, dicen, lo que el buen Creonte tiene decretado, también para ti y para mí, sí también para mí: y que viene hacia aquí, para anunciarlo con toda claridad a los que no saben, todavía, que no es asunto de poca monta ni puede considerarse, sino que el que transgreda alguna de esta órdenes será reo de muerte, públicamente lapidado en la ciudad. Estos son los términos de la cuestión: ya no te queda sino mostrar si haces honor a tu linaje o si eres indigna de tus ilustres antepasados.
Ismene: No seas atrevida: si las cosas están así, ate yo o desate en ellas, ¿qué podrá ganarse?
Antígona: ¿Puedo contar con tu esfuerzo, con tu ayuda? Piénsalo.
Ismene: ¿Qué ardida empresa tramas? ¿Adónde va tu pensamiento?
Antígona: Quiero saber si vas a ayudar a mi mano a alzar al muerto.
Ismene: Pero, ¿es que piensas darle sepultura, sabiendo que se ha prohibido públicamente?
Antígona: Es mi hermano –y también tuyo, aunque tú no quieras-; cuando me prendan, nadie podrá llamarme traidora.
Ismene: ¡Y contra lo ordenado por Creonte ay, audacísima!
Antígona: El no tiene potestad para apartarme de los míos.
Ismene: Ay, reflexiona, hermana, piensa: nuestro padre, cómo murió, aborrecido, deshonrado, después de cegarse él mismo sus dos ojos, enfrentado a faltas que él mismo tuvo que descubrir. Y después, su madre y su esposa –que las dos palabras le cuadran-, pone fin a su vida en infame entrelazada soga. En tercer lugar, nuestros dos hermanos, en un solo día consuman, desgraciados, su destino, el uno por mano del otro asesinado. Y ahora, que solas nosotras dos quedamos, piensa qué ignominioso fin tendremos si violamos lo prescripto y trasgredimos la voluntad o el poder de los que mandan. No, hay que aceptar los hechos: que somos dos mujeres, incapaces de luchar contra hombres; y que tienen el poder, los que dan órdenes, y hay que obedecerlas –éstas y todavía otras más dolorosas. Yo, con todo, pido, sí, a los que yacen bajo tierra su perdón, pues que obro forzada, pero pienso obedecer a las autoridades: esforzarse en no obrar como todos carece de sentido, totalmente.”


[En la mitología griega, Antígona es hija de Edipo y Yocasta y es hermana de Ismene, Eteocles y Polinices. Acompañó a su padre Edipo (rey de Tebas) al exilio y, a su muerte, regresó a la ciudad.

En el mito, los dos hermanos varones de Antígona se encuentran constantemente luchando por el trono de Tebas, debido a una maldición que su padre había lanzado contra ellos. Se suponía que Eteocles y Polinices se iban a turnar el trono periódicamente, pero, en algún momento, Eteocles decide quedarse en el poder después de cumplido su período, con lo que se desencadena una guerra, pues, ofendido, Polinices busca ayuda en una ciudad vecina, arma un ejército y regresa para reclamar lo que es suyo. La guerra concluye con la muerte de los dos hermanos en batalla, cada uno a manos del otro, como decía la profecía. Creonte, entonces, se convierte en rey de Tebas y dictamina que, por haber traicionado a su patria, Polinices no será enterrado dignamente y se dejará a las afueras de la ciudad al arbitrio de los cuervos y los perros. (Este mito es contado en la tragedia Los siete contra Tebas de Esquilo.)

Los honores fúnebres eran muy importantes para los griegos, pues el alma de un cuerpo que no era enterrado estaba condenada a vagar por la tierra eternamente. Por tal razón, Antígona decide enterrar a su hermano y realizar sobre su cuerpo los correspondientes ritos, rebelándose así contra Creonte, su tío y suegro (pues estaba comprometida con Hemón, hijo de aquel).

La desobediencia acarrea para Antígona su propia muerte: condenada a ser enterrada viva, evita el suplicio ahorcándose. Por otra parte, Hemón, al ver muerta a su prometida, tras intentar matar a su padre, se suicida en el túmulo, abrazado a Antígona; mientras tanto, Eurídice, esposa de Creonte y madre de Hemón, se suicida al saber que su hijo ha muerto. Las muertes de Hemón y Eurídice provocan un profundo sufrimiento en Creonte, quien finalmente se da cuenta de su error al haber decidido mantener su soberanía por encima de todos los valores religiosos y familiares, acarreando su propia desdicha. (Este mito es contado en la tragedia Antígona de Sófocles.)]

Antígona quería enterrar a su hermano, decisión que la llevó a revelarse ante la orden de Creonte. Las disposiciones en el nivel público la daban los hombres varones; lugar donde las mujeres no tenían participación ni opinión. Ellas sólo se ocupaban de la administración de los hogares, de la crianza de los niños y del culto de sus antepasados.



Fuentes:

Fragmento de "Edipo rey - Antígona" de Sófocles, Centro Editor de Cultura, 2009.

http://es.wikipedia.org



6 comentarios:

  1. Aaaahhh esta gente sí que sentía pasión.

    Adoro las tragedias griegas y la figura de Antígona me parece formidable.
    Creo que esas historias son las que más disfruté estudiar en el profesorado.

    Un abrazo!

    ResponderEliminar
  2. Si, interesantísimas son las tragedias griegas. Son historias apasionantes que uno no puede parar de leer…

    Otro abrazo!

    ResponderEliminar
  3. No, my love. El texto que publiqué ayer no es mío, sino de Cristina Peri Rossi, una uruguaya magnífica. Te la recomiendo mucho.


    Un muy fuerte abrazo :)

    ResponderEliminar
  4. A mi estos tipos siempre me encantaron: llenos de problemas, mataforas y paradojas....Solo que son como Dysney, te cuentan las historias de los reyes y los principes....nunca de un pescador (excepto que por oraculo de por medio se haga rey).

    A mi los griegos me gustan pero siempre me parecieron snobs...

    mi beso critico
    druida

    ResponderEliminar
  5. La historia se repite, se dan cuenta de los errores cuando ya es demasiado tarde.

    Besos

    ResponderEliminar
  6. Espérame en Siberia; la tendré en cuenta, gracias!!!

    Druida y Estonetes; gracias por sus críticas y aportes. ¡Tienen, ustedes, razón! :)

    Besos

    ResponderEliminar