sábado, 17 de septiembre de 2011

Palabra autorizada

Un taller de la Unidad 31 de la Cárcel de Ezeiza reúne a un grupo de mujeres privadas de su libertad para analizar la evolución de la prisión moderna... desde la prisión moderna.

Dos años atrás, un documentalista –David Bond– se preguntó si acaso era posible tener privacidad en Gran Bretaña. Su respuesta fue un film llamado Erasing David, donde el realizador y productor probó desaparecer un mes, con detectives privados –que sólo tenían su nombre y su foto– al acecho. Gracias a redes sociales, bancos de datos y cámaras de seguridad, en menos de 30 días Bond fue capturado. “Después de China y Rusia, Inglaterra es el tercer país más vigilado del mundo, con (casi) una cámara por persona; es una locura”, expresó el justificadamente paranoico muchacho brit.

El caso (un caso más) es sintomático: La sociedad de control está que arde y un simbólico panóptico de Bentham –aquel que permitía que el guardia echase el ojo sin ser visto– goza de tan buena salud que la publicación de 1975 de Michel Foucault no pierde vigencia. Con Vigilar y castigar, el –siempre lúcido– francés arrimó una explicación sobre las cárceles y el traslado del castigo físico a la “corrección disciplinaria”, de la ejecución pública y el calabozo a formas carcelarias más “blanquecinas”, formas donde la visibilidad se volvía (se vuelve) una trampa.

Más allá del evidente logro historizador al describir y teorizar sobre el desarrollo, las tecnologías y la economía del castigo en la era moderna, Foucault alcanzó un estadio analítico superior: Demostró que la prisión es un continuo, que la sociedad toda está atada a métodos de control no evidentes. La vida diaria y sus manifestaciones institucionales son vigiladas en pos de la “normalización” generalizada. El panóptico caló tan profundo que las torres son las personas, el otro, los espacios laborales y, así, al infinito.

Resulta –por lo menos– irónico entonces que 35 años después de su primera edición, el célebre texto haga el camino inverso y, tras transitar el campo académico con su tan difundida metáfora de realidad, vuelva –una vez más– tras las rejas, como lo hace cada quince días, a través de un taller de lectura y pensamiento llamado “En los bordes andando” (ELBA), organizado por el músico y docente universitario Luis “El Chino” Sanjurjo en la Unidad 31 de la Cárcel de Ezeiza.

Jueves sí, jueves no, Silvina, Liliana, Cynthia, Sandra, María José y otras internas –privadas ellas de su libertad– se reúnen en la biblioteca del penal y, en franco recorrido analítico, leen Vigilar y Castigar; repasan el nacimiento de la cárcel... desde la cárcel, mientras, por lo alto, una ventanita les hace de velador y deja pasar algunos hilos de luz filtrados por barrotes y un continuo de alambre de púa.

“Lo que se intenta es generar un espacio recreativo que permita la emergencia de la voz propia y sinceramente creo que, sin apelar a textos fuertes, se puede llegar a buen puerto. No es necesario buscar lo explícito-que-te-rompe-el-corazón. Lo positivo de Foucault es justamente el equilibrio: Es encarnizado pero tiene la distancia de la reflexión teórica”, repasa para Las12 Sanjurjo.

Entonces, de buenas a primeras, ya en clase, pide a las chicas que piensen la realidad como una olla de fideos; que el libro sea su colador. “¿Cuál es la cualidad específica de la hebra que están por sacar?”, inaugura Luis. “Pienso en conceptos como ‘Encarcelamientos readaptadores’, ‘Dispositivos de disciplina’ o ‘Política del cuerpo’, pero sigo sin encontrarle sentido a acumular personas para volverlas dóciles”, comenta Silvina, que –luego– explicará cómo agradece el espacio generado(r) para usar “la herramienta intelectual que te permite vivir de pie”.

Liliana –autora de Obligado Tic Tac, un libro cartonero que escribió en la cárcel y ha sido publicado– sacude la pluma; lee unas palabras que son suyas: “Ya no es el cuerpo; es el alma. A la expiación que causa estragos en el cuerpo, debe suceder un castigo que actúe en profundidad sobre el corazón, el pensamiento, la voluntad, las disposiciones...”. Para ella, la “evolución” del penitenciario tiene sus bemoles: “Ok, no tenés el castigo físico, pero hoy estás acá y mañana te mandan a La Pampa. A veces me pregunto si la gente sabe lo que eso significa para un ser humano...”. Silvia aporta su dosis de sentido: “¿Qué utilidad puede tener una persona que está pensando que la van a trasladar al sur cuando ya se acostumbró a un determinado lugar, tiene su trabajo y está estudiando?”.

No es la primera vez que el taller debate tópicos. La experiencia de ELba lleva tres años, varios autores y notables logros: Además de leer a Aníbal Karkowski, al Marqués de Sade, Maurice Merleau-Ponty, entre otros, ya han publicado tres revistas (la última, dedicada a los textos cortos que surgieron a partir de Vigilar y Castigar) e incluso realizaron una intervención artística en la Plazoleta del Obelisco el pasado abril (sus textos y frases estaban encerrados en jaulas y eran “liberados” por transeúntes curiosos). También participaron del disco homónimo de la banda Pléyades, Reggae Foucaulteano (del que Sanjurjo es vocalista) y, este año, dieron un recital en el penal que, según Sandra y Cynthia, “fue hermoso” y donde “no había diferencias entre autoridades e internas”: En total armonía.

Al fin y al cabo, se trata de conquistar terreno con batallas microscópicas y un objetivo en mente: Humanizar la experiencia carcelaria. “Ahora mucha gente dice: ‘Estas mujeres piensan’. No creen que solamente estamos comiendo guiso. Aunque todavía existen prejuicios muy arraigados como ‘¿en serio las presas escriben?’”, destaca Liliana. “La información que el grueso de la gente recibe está asociada a lo marginal, a lo tumbero y ni siquiera es crítica sobre el sistema; refuerza el morbo del preso como amenaza”, comenta Luis quien, en su taller, palpa la fisura, la mide, la parte. Porque, como explica la contratapa de la revista ELBA, “‘ser’ no es lo mismo que ‘estar’ preso”.


Por Guadalupe Treibel

Fuente:

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-6750-2011-09-16.html

lunes, 5 de septiembre de 2011

Relatos propios

Les dejo la dirección de mi nuevo espacio, también sobre mujeres:

http://despabilatemujer.blogspot.com/

sábado, 27 de agosto de 2011

Para ellos, hablar sobre los problemas es perder el tiempo







Ellas, por el contrario, ven en el diálogo el camino hacia la solución de los conflictos
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Las mujeres consideran que hablar es el mejor camino para la resolución de conflictos; en cambio, los varones son más propensos a creer que discutir sobre los problemas es una verdadera pérdida de tiempo.
Eso es lo que revela una investigación realizada con fondos del Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos, que halló un dato curioso adicional: los varones confesaron que su resistencia a hablar sobre conflictos personales podía ser considerada una forma de no hacerse cargo de sus problemas.
Todo un problema en sí mismo, ya que la marca registrada internacional sobre la masculinidad exige que los hombres puedan resolver las cosas, que puedan solos y sin que medie la improductiva verborragia femenina.
"Las mujeres consideran que hablar con amigos y con otras personas es una forma de ayudarlas a resolver los problemas, de sentirse protegidas y de no dejar que los conflictos permanezcan encerrados", comenta a La Nacion la autora principal del estudio realizado por la profesora de psicología Amanda Roses, de la Universidad de Missouri, Estados Unidos.
Pero la ley que establece que los varones deben poder resolver sus problemas solos, sin que entre en juego la palabra femenina, ¿está escrita en la naturaleza, o es una construcción de la cultura?
"Como todas las diferencias de género, responden a una combinación de ambos factores", dice la doctora Roses, y agrega: "La ciencia no ha progresado a tal punto de decir con seguridad cuánto responde a una predisposición biológica y cuánto a las diferentes experiencias que varones y mujeres encuentran en su proceso de desarrollo".

Cerebros diferentes
Militante por la causa por la diferencia de géneros, la doctora Elena Levin, médica psiquiatra y directora del posgrado en ginecopsiquiatría de la Universidad Favaloro, explica que los cerebros masculino y femenino son anatómica y funcionalmente distintos.
"El cerebro femenino es mucho más eficiente cognitivamente e integra con más eficacia ambos hemisferios, pues utiliza ambos en el procesamiento del lenguaje; en el cerebro de las mujeres todo está conectado con todo, como si fuera una superautopista de Internet", ejemplifica. Levin también destaca las investigaciones de la neuropsiquiatra de la Universidad de California Louann Brizendine, autora del polémico libro El cerebro femenino , en el que resaltó algunas trascendentes diferencias de género producidas durante la vida intrauterina.
Mientras los varones a partir de las ocho semanas de gestación empiezan a bombear grandes cantidades de testosterona que descuidan los centros de comunicación, las células cerebrales de las futuras mujeres desarrollan más conexiones en los centros de comunicación y en las áreas que procesan la emoción, muestran los estudios de Brizendine.

[...]

El nuevo varón parlante

"Las mujeres son proclives a hablar entre ellas de temas profundos; en cambio, los hombres tenemos mucho pudor para desnudar nuestros miedos, nuestros conflictos sexuales y cualquier tema personal. De chicos, pensábamos que los juegos de las nenas se limitaban a vestir y desvestir muñecas, pero resulta que mientras nosotros corríamos detrás de una pelota, ellas dramatizaban toda la dinámica familiar y hoy saben mucho más de vínculos que nosotros", confiesa Mario Zerkowski, un químico de 65 años que integra un grupo de reflexión sobre masculinidad.
Su acidez irónica resquebraja el estereotipo cultural que cristaliza a las mujeres hablando sin parar y a los hombres actuando en silencio.
"Salvo excepciones que confirman la regla, los varones cuando nos reunimos con otros no sabemos hablar de nuestros sentimientos, de nuestras emociones. Capturados por el mito del héroe, del duro, el triunfador, podemos discutir de política, de fútbol, filosofía, negocios, economía, literatura, cine y mujeres, pero difícilmente abrimos un espacio de encuentro entre el pensar, el sentir y el actuar. Los hombres estamos más atravesados por un espíritu pragmático y buscamos las soluciones en la acción, mientras las mujeres quieren hablar y buscan las respuestas a través del diálogo", dice el psicólogo Guillermo Vilaseca, coordinador de talleres de reflexión sobre masculinidad (www.varones.com.ar).
Vilaseca asegura que cuando los hombres se sienten jaqueados por las circunstancias, en lugar de verbalizar sus conflictos y confusiones tienden a atrincherarse, avergonzados. "Ser varón está ligado a saber, poder y tener, ser importantes, sentirse orgulloso y confiado de sí mismo, todas cualidades con un denominador común: la potencia." Cuando el varón no puede responder a este modelo cultural exigente, se repliega en silencio.
La propuesta de Vilaseca es ésta: "Sondear el abismo entre el modelo internalizado y las propias posibilidades de concretarlo. Y lo hace con herramientas psicodramáticas que combinan la palabra y la acción".
"Los viejos modelos culturales no han muerto y los nuevos no han terminado de nacer", dice Vilaseca. Y apuesta a la construcción de un nuevo modelo de masculinidad, capaz de desanudar las emociones y apropiarse de ellas nombrándolas.

Por Tesy De Biase

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1401126-cont-para-ellos-hablar-sobre-los-problemas-es-perder-el-tiempoagenda

miércoles, 3 de agosto de 2011

De la mujer ancestral a la transgresora

La psicóloga Liliana Mizrahi, trabaja sobre la culpa impuesta por la sociedad a las mujeres que desafían la imposición cultural de ser madres bajo cualquier circunstancia.

Cambió el turno a una paciente y dispuso su porteño consultorio de Belgrano para la entrevista. “¡Aquí esta la prueba de galera!”, exclama, enfática, Liliana Mizrahi mostrando la tapa de su último libro a punto de entrar a imprenta: Mujeres libres y crímenes sociales.
Sobre este trabajo, seguramente 
polémico como todos los anteriores, y los temas que la empecinan escribe Mizrahi.


–En la década de 1980 a mane­­ra de prólogo de su libro “La mujer transgresora”, su colega Tato Pavlovs­ky dijo que usted “escribe a través de sus cicatrices”. ¿Lo sigue haciendo?

Ya no escribo desde las cicatrices porque tengo muchas menos heridas, escribo desde la experiencia y el deseo de que las mujeres tengamos libertad para decidir sobre nuestros cuerpos.

–Todos sus libros de ensayos (y también los de poemas) tienen a la mujer cómo protagonista. ¿Hoy persistiría la crisis entre la mujer “ancestral” y la “transgresora”?
La mujer ancestral es la mujer del patriarcado, obediente, sumisa, secundaria, silenciosa, aislada del mundo público. La mujer transgresora es la que desacata esos mandatos de no-crecimiento. Levanta la voz, desarrolla su pensamiento, transgrede para crear espacios nuevos. Recrea. Esa tensión entre ambos aspectos existe porque ese conflicto es el motor de los cambios y transformaciones que las mujeres hacemos.

–A través de otros escritos, en particular “Mujeres en plena revuelta”, prevé una gran movilidad en la conciencia femenina. ¿Estamos ante esos cambios?
Estoy convencida de que hay una gran movilización en muchísimas mujeres. Algunas tienen o se autoimponen un techo para crecer, otras no. Hay más referentes mujeres para identificarse con conductas de libertad. Hay reconocimiento de los pactos de no-crecimiento y rupturas. Hay una mayor y más profunda conciencia de género. Hay menos mujeres dispuestas a someterse o callarse.

–Acaba de lanzar un libro por internet llamado: “Mujeres libres y crímenes sociales”, donde se cuestiona entre otras temáticas la maternidad como algo “natural”. ¿No querer ser madre es una gran transgresión?
No querer ser madre, en una cultura patriarcal, muestra que esa mujer “no está bien de la cabeza”. Esa decisión es un deseo condenado, un estigma, una mala mujer, una mujer desnaturalizada, una mujer sin sentimientos. Esto promueve la creencia que la maternidad es obligatoria y no lo es, ni podría serlo. El cuerpo de la mujer está preparado para gestar, eso es natural en tanto propio de la naturaleza, no quiere decir que si no quiere gestar deba hacerlo. No creo que lo haga. Las mujeres tenemos el derecho de decidir nuestras maternidades. No nos reconocen ese derecho todavía.

–¿Pero qué pasa con las mujeres que no quieren ser madres? ¿Hay mucha culpa en elegir?
Sí, hay culpa, en mayor o menor grado. Depende de qué mujer estamos hablando. Una mujer de conciencia evolucionada, dueña de sí misma, con otros proyectos para su vida donde la maternidad no cuenta, se sabe responsable de una decisión importante, no siente lo mismo que una mujer con un coro griego que la mira y la acusa y la condena por ese mismo deseo.

–¿Por qué percibe que hay poca implicancia masculina en el debate sobre la despenalización del aborto?
El tema del aborto siempre se entendió como “cosas de mujeres”. La poca implicancia masculina en “cuestiones de mujeres” es tradicional y habla de los varones, que por otro lado, parece que están empezando a evolucionar. Esta lucha no es contra la maternidad ni contra la vida, ni contra la familia, es una lucha para tener libertad para decidir.

–Otra de sus aseveraciones es: 
“Esta cultura mata de muchas maneras”.
Sí, creo eso. Esta cultura mata a través de políticas económicas que matan más lentamente, pero matan igual. Se mata de muchas maneras: excluyendo al individuo del mercado laboral, discriminándolo, dejando a generaciones carentes de educación, instrumentos para pensar y trabajar, una educación que lo socialice y lo integre. Se puede matar por hambre, por frío, por extrema soledad y abandono, por falta de cuidados médicos. Porque los chicos están en la calle. Hay mucha gente muerta caminando por la calle. Llamo muerta a esa persona incapaz de cambiar, transformarse, conocerse, evolucionar. Se mata con una botellita de alcohol y un fósforo. Con una aguja de tejer o un tallo de perejil. ¿Acaso no comemos cadáveres a menudo?

–Ante una realidad que muchas mujeres perciben injusta ¿es mejor adaptarse u oponerse?
Si una realidad es injusta, adaptarse es sobreadaptarse, es decir adecuarse a lo inadecuado. Aguantar, soportar. En este tema las mujeres damos cátedra. Es al revés: se trata de aprender a no sobreadaptarse, no adecuarse a lo inadecuado. No naturalizar la injusticia. No soportar lo insoportable. Creo que es mejor poner límites, oponerse, resistir, levantar la voz y entre muchas el griterío va a ser tal que nos van a escuchar. Por eso hablo de los temas que de los que se suponen no debemos hablar. Y es al revés, hay que hablar de la trata de personas, de la descriminalización del aborto, de la libertad para decidir, de la pedofilia, de la Iglesia, de la violación en familia.

–¿Cuál es su opinión acerca del porqué de la abrumadora cifra de “feminicidios”? ¿Se producen más que en épocas pasadas o tienen más visibilidad?
- Es grande la violencia entre varones y mujeres y ese también es un tema de debate. Muchas mujeres no reconocen la violencia como violencia, no entienden el insulto como insulto, necesitamos poder pensar esa realidad. Falta prevención primaria, incluir en las materias escolares estos temas. No es difícil matar una mujer, no tenemos la fuerza muscular de un varón, pero lo importante es que las mujeres se quedan ahí donde las maltratan hasta que las matan.

–En el capitulo final de “Mujeres libres y crímenes sociales” involucra a la Iglesia, ¿usted dice que el mundo ha cambiado y la Iglesia no acompaña ese cambio?
La Iglesia está petrificada en el tiempo y lamentablemente tiene poder sobre muchas cabezas acríticas. Pobre Jesús, nunca imaginó esto y estaría bien triste si viera lo que sucede: cómo la Iglesia está detenida y no evoluciona con el tiempo con lo cual deja de acompañar y ayudar a muchas personas. Al estar detenida en el tiempo, está ausente de las realidades que no quiere ver o no quiere asumir como responsabilidad. La sexualidad de los jóvenes es su responsabilidad y sin embargo le falta “sentido común”, una conciencia más humanizada acerca de la realidad de estos tiempos. Me parece que las mitras doradas no tienen un pensamiento inteligente, tienen un pensamiento dogmático, cristalizado y que no es bueno para la gente salvo para los creyentes de mentiras patriarca­­­-
les. Pobre Jesús ¿qué le diría a los sacerdotes pedófilos y mentirosos, y a 
los que bendijeron armas o los que le dieron la comunión a genocidas, a los que calmaron la conciencia de los pilotos de los vuelos de la muerte? Pobre Jesús. La iglesia católica crucifica a Jesús para defender su dogmatismo anacrónico.

Por Bibiana Fulchieri

Fuente:

http://www.lavoz.com.ar/suplementos/temas/mujer-ancestral-transgresora


El libro está en internet:

http://vamosacambiarelmundo.org/wp-content/uploads/2011/06/Aborto.pdf




sábado, 2 de julio de 2011

MUJERES EN MOVIMIENTO

La publicación del libro Dinámica de una Ciudad, Buenos Aires, 1810-2010 pone claramente de manifiesto la notable evolución de las mujeres en educación e independencia económica, lograda a través del siglo XX y que prosigue en el XXI, siempre por delante de las leyes escritas y también de la imagen que suelen reflejar los medios, particularmente la televisión y la publicidad, en franco retroceso.

Las mujeres fueron la avanzada, la vanguardia: esa es una de las conclusiones si observamos los importantes cambios sociodemográficos y económicos experimentados por la población de Buenos Aires durante la segunda mitad del siglo XX”, afirma Alfredo E. Lattes, coordinador del libro Dinámica de una Ciudad, Buenos Aires 1810-2010, nueva entrega de la Dirección General de Estadísticas y Censos de la Ciudad de Buenos Aires, organizada en 14 capítulos donde participan numerosos especialistas en diversas disciplinas, abordando temáticas ambientales, sociodemográficas, políticas y culturales. Alfredo E. Lattes es M.A. en Demografía (Universidad de Pennsylvania), investigador emérito del Centro de Estudio de Población (Cenep) y asesor de la Dirección General de Estadísticas y Censos del Gobierno de la Ciudad.

“Históricamente, las mujeres que habitan Buenos Aires han sido las precursoras de la práctica del control de la fecundidad observado en el país”, prosigue Lattes. “También hay que destacar el creciente nivel de inclusión escolar: las mujeres van mejorando su logro educativo más rápidamente que los varones. A lo largo del período 1950-2000, la población económicamente activa de la ciudad creció muy poco. Y ese bajo crecimiento esconde la gran disparidad de participación de cada sexo: mientras que la de las mujeres experimentó un significativo ritmo de avance, la masculina decreció notoriamente. Esta feminización en alza de la participación económica es el resultado combinado de la feminización de la población total y del continuo crecimiento de las tasas de actividad de las mujeres. En décadas recientes, la mayoría de las mujeres continúa manteniendo su rol de principal responsable de los hijos y el funcionamiento cotidiano del hogar.”

Imagenes rezagadas
Licenciada en Artes (UBA), magister en Sociología de la Cultura (Unsam), profesora adjunta de Historia de la Comunicación Visual en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (UBA) –entre otros títulos–, Sandra Szir es responsable del capítulo Figuraciones Urbanas, Caras y Caretas, 1900. Entrevistada por Las12, Szir señala que “las imágenes son en general construcciones ideológicas, nunca se pueden ver como un espejo, como un reflejo exacto de una realidad determinada, que suele ser mucho más compleja. Las imágenes por sí mismas tienen una densa textura de significados, de sentidos, que tienen que ver con determinados estilos, con convenciones representativas, con modos de mostrar. Lo cual hace que existan una serie de mediaciones a veces muy difíciles de interpretar. De decir, por ejemplo: esta imagen está reflejando la mirada masculina o la manera de comportarse de la mujer en tal época...”

El enfoque en las artes visuales, en el periodismo era mayoritariamente masculino en el siglo XIX, hasta bien entrada la segunda mitad del XX. Y en parte, lo sigue siendo.
–Seguro, a lo largo de la historia del arte, más que la mirada masculina, las imágenes representan las relaciones de poder entre los géneros, la mentalidad de cada época. Es importante remarcar que la imagen nunca puede analizarse aislada o sola, hay que relacionarla con un contexto discursivo institucional. Si la imagen está en determinando soporte, esto tiene que ver con la articulación, con el texto que la rodea, es decir, un discurso que le está queriendo decir algo a la imagen. Si hablamos de periodismo, la misma imagen publicada en un medio, no tiene igual sentido que si se la publica en otro. Dentro de cada contexto discursivo dice cosas diferentes.

Al observar las representaciones de la mujer a lo largo de dos siglos, ¿qué aspectos destacables se te fueron revelando?
–Te reitero que siempre hay sentidos plurales. Quizá se puede ver una especie de evolución, advertir que la mujer empieza a tomar más intervención. Es decir, en cierto momento, ya no se trata sólo de la mirada masculina, sino que aparece el deseo de autorrepresentación. Desde este punto de vista, sí se pueden ver cambios, valores que se van modificando. Sin embargo, si mirás imágenes de la mujer en la publicidad actual, podés notar sentidos contradictorios: en muchos casos aparece la mujer como objeto.

¿Sólo capacitada para elegir champúes o yogures laxantes, casi siempre pendiente de su aspecto físico?
–Tal cual, aparece mucho esa imagen y también la de la mujer madre, ama de casa contentísima con la limpieza del hogar. Una imagen decididamente conservadora. La edad es un tema tabú en la publicidad: todas son jóvenes, bonitas y delgadas. La paradoja es que la ciudad envejece y hay muchas mujeres mayores, en edades que son activas, productivas en la actualidad...

¿Nunca una mujer sube las escaleras de alguna facultad en un aviso, a pesar de que es tan alto el número de estudiantes universitarias?
Para nada, en cambio tenemos muchas amas de casa felices de que todo brille en sus casas... En los ’70, en los ’80 creo que se vieron imágenes más modernas, más actualizadas. En periodismo, por ejemplo, estaba la revista Claudia que hablaba de mujeres profesionales, artistas. Y ni hablar de lo que sucede con la representación de la mujer en la televisión actual. Ha habido un retroceso y lamentablemente hay una connivencia de ciertas mujeres, como las chicas Tinelli: personajes que no se sabe bien qué hacen, a quién representan, qué aporte social o cultural significan para la TV que se la pasa hablando de ellas, habiendo tantas mujeres haciendo cosas importantes, interesantes en las ciencias y en las artes.

Para no mencionar a las que están sufriendo violencia o discriminación.

Seguir leyendo en:
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-6595-2011-07-02.html

Por Moira Soto

viernes, 3 de junio de 2011

La hermana, la madre, la abuela y la mentora

La autora examina distintos problemas que se plantean a las jóvenes en su desarrollo laboral, especialmente en su relación con distintas figuras en los vínculos: la madre, por supuesto; la hermana, la abuela (pero las abuelas ya no son lo que eran) y un nuevo personaje: la mentora.

Algo muy escuchado entre las chicas jóvenes: “A mí no me va a pasar eso del ‘techo de cristal’ (que grafica la subrepresentación de las mujeres en los puestos elevados de las organizaciones laborales), porque sólo de mí depende y sé que lo voy a superar”. En esa formulación actúa un mecanismo de defensa que es la negación; consiste en tratar los elementos de la realidad que resultan desagradables o provocan angustia como si no existieran. En estos casos, se niega que existe, en el campo laboral, una realidad opresiva, que se agiganta cuando las mujeres se ven exigidas a armonizar su vida laboral con su vida familiar, especialmente si tienen niños pequeños.

Para los varones, la negación consiste en que, en cuanto a la crianza de los niños pequeños, “ése es un problema de ellas, yo me tengo que concentrar en mi carrera laboral”. El mecanismo de negación se afirma aquí sobre una realidad social y cultural que atribuye a las mujeres ser las principales responsables del escenario doméstico. En nuestras investigaciones (efectuadas, con Irene Meler, en el marco de la UCES), al explorar el sentimiento más íntimo de los varones respecto de sus hijos pequeños, muchos manifestaron que sí deseaban dedicarse más a su cuidado, desplegar más activamente los llamados “vínculos de apego” con sus hijos. Estos hombres han debido utilizar también diversas formas de racionalización para soportar esta frustración a sus necesidades de apego. Actualmente se describen las “nuevas paternidades” como intentos de superar esa injusta distribución de bienes –materiales y subjetivos– entre los géneros.

Otro mecanismo de defensa entre jóvenes es la idealización, recurso en el cual se toma la parte por el todo, y esa parte se agranda y embellece de tal modo que el resto pasa desapercibido. Hay muchachas que idealizan su entorno familiar, especialmente a madres y hermanas, y dan por supuesto que contarán con su apoyo para formar una familia y criar a sus niños. Con esta idealización desestiman que su madre o sus hermanas u otras familiares pueden no estar disponibles para semejante compromiso, incluso por obstáculos tales como la falta de disposición subjetiva de las abuelas actuales para cuidar de sus nietos.

La autora española María Angeles Durán (El pelo gris debe ponerse de moda, accesible en Internet) considera que las abuelas actuales somos la última generación de mujeres dispuestas a apoyar a nuestras hijas en la crianza de sus niños a cambio de que ellas puedan desarrollar sus carreras laborales. Este espíritu de sacrificio y de postergación de las propias necesidades en nombre de las necesidades de los otros ya no está presente en las nuevas generaciones de mujeres, especialmente entre aquellas que han tenido oportunidades educativas de nivel superior y han desarrollado carreras laborales en las cuales quieren permanecer hasta un período que va más allá del momento de la abuelidad.

Este tipo de trabajo de las abuelas, considerado como una extensión natural del trabajo maternal y doméstico, ha dejado de tener vigencia y legitimidad entre un amplio grupo de mujeres mayores, a pesar de que en sus hijas jóvenes persiste la representación de sus madres como cuidadoras, y no vacilan en catalogarlas como “egoístas” cuando las abuelas desean preservar aquellos deseos que trascienden la esfera familiar y doméstica, por ejemplo porque han desarrollado intereses artísticos o intelectuales que las alejan del cuidado de sus nietos.

Cuando las muchachas jóvenes se afirman en el mecanismo de la idealización respecto de los apoyos familiares para criar a sus niños, la decepción ulterior suele ser agigantada, y se ven sumergidas en conflictos emocionales que a menudo comprometen su salud física y su vida laboral. Sin embargo, todavía persiste el espíritu de solidaridad entre mujeres cuando se trata del cuidado de los niños, especialmente en las comunidades pequeñas, donde suele haber un firme espíritu de solidaridad entre sus miembros.

La mentora

Ante mujeres con conflictos vinculados con los fenómenos del techo de cristal y de los laberintos de cristal en sus trayectorias laborales, es importante la figura de la mentora, que tiene una significación singular en la vida laboral de las mujeres. Habitualmente, las mujeres que se insertan en carreras laborales se han desarrollado en contextos familiares donde había una mujer que operaba como figura de referencia, modelo de rol en el ámbito doméstico. Cuando las mujeres salen al ámbito público, es probable que puedan contar con una figura mentora en el ámbito laboral o de los estudios, por ejemplo, una jefa o una profesora que les muestra un camino en el mundo del trabajo; pero ella difícilmente podrá guiarla y asesorarla en otros aspectos de su vida como la intimidad familiar. Esto hace que el hallazgo de una figura mentora para las muchachas jóvenes sea difícil y contradictorio, porque es probable que ellas deseen articular su vida laboral con su vida familiar.

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Seguir leyendo acá: http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-169304-2011-06-02.html

Por Mabel Burin*

*Directora del Programa de Estudios de Género y Subjetividad de la UCES. Texto extractado de “Jóvenes, trabajo y género. Itinerarios laborales, laberintos de cristal y construcción de subjetividades”, que publicará, como parte de un libro de varios autores sobre trabajo juvenil, la Universidad Autónoma de México (UNAM).

viernes, 20 de mayo de 2011

Sí, quiero un parto respetado

“Parir como quieras, donde quieras y con quien quieras” es el lema del Ministerio de Salud en la semana –del 16 al 23 de mayo– en donde se conmemora la Semana Mundial de Parto Respetado y se quiere difundir entre las mujeres y sus familias cuáles son sus derechos en el momento de dar a luz. “El parto comenzó a realizarse en hospitales a principios del siglo XX para disminuir la mortalidad maternoneonatal, pero se instaló la idea de que se trataba de algo parecido a una enfermedad. Las familias y las mujeres perdieron protagonismo. El parto se transformó en ‘un acto médico’, cuyo significado científico dejó de lado otros aspectos esenciales. El equipo de salud pasó a ser el eje de las decisiones y comenzó a usar en todos los casos tecnologías y procedimientos destinados a los embarazos de riesgo. Esto fue alejando a las madres del parto natural sin que se lograse una mejora en los resultados perinatales”, describe la cartera sanitaria.

“La forma en que las mujeres parimos ha sido intervenida por el hombre desde hace ya muchos años. De la mano del avance de la tecnología y la práctica médica, el proceso del parto y nacimiento se fue alejando de aquel espacio privado de la mujer, parte fundamental de su vida sexual, y se fue convirtiendo en un proceso digitado y medicalizado que, muchas veces, en lugar de devenir en mejores condiciones para la salud de la mujer y la del recién nacido resultó de gran perjuicio. La cesárea se convirtió en una epidemia que amenaza la vida de las mujeres, ya que el riesgo de muerte se incrementa de 7 a 10 veces con respecto del parto vaginal. En este sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que el índice de cesáreas debería oscilar entre el 10 y el 15 por ciento del total de nacimientos. Pero esa cifra es ampliamente superada en nuestro país”, subraya la periodista especializada en maternidad y primera infancia Mariela Franzosi.

En 1985, la Organización Mundial de la Salud (OMS) realizó una reunión en la ciudad brasileña de Fortaleza y de ese encuentro surgió la declaración “El nacimiento no es una enfermedad”, que inició el proceso de transformación del modelo de atención, describe la cartera sanitaria. En Argentina, la ley 25.929 sobre Derechos de Padres e Hijos durante el Proceso de Nacimiento fue aprobada el 26 de agosto de 2004, pero aún no tiene reglamentación. Por otra parte, la Ley para Prevenir y Erradicar toda forma de Violencia hacia las mujeres incluye la Violencia Obstétrica que es ejercida contra la mujer cuando no le brindan un trato respetuoso antes, durante o después del parto, cuando abusan de las medicinas innecesarias para acelerar el parto, cuando no le consultan acerca de las prácticas que van a realizar sobre su propio cuerpo, cuando la tratan como a una enferma; cuando no le permiten estar acompañada o cuando no la atienden rápido, bien y de manera confidencial en una situación post-aborto.


Más información: Línea de Salud Sexual (orientación y denuncias) 08002223444


Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-6515-2011-05-20.html


Imagen tomada de la página: http://www.partolibre.com.ar/Principal.html