Por Natalia Pandolfo
Siglos pesan sobre las espaldas de una mujer que sale a la calle y tiene que soportar que un tipo le diga obscenidades. Bajar ojos al piso, ponerse auriculares, tener esa vergüenza de quien se siente en falta.
Siglos se desploman sobre el lomo de una mujer que cree que está bien que su macho la controle. Que le diga esto sí, esto no: que entienda que hay una lógica razonable detrás de cualquier tipo de imposición. Siglos retumban en los oídos de una mujer que piensa que, a lo mejor, si se pone esa minifalda alguien podría entender lo que no es: que se viste pensando en un atajo.
Son siglos los que pegan la bofetada en el rostro de esa mujer que piensa que bueno, que él es así, que cada tanto se pone violento pero que en el fondo no es malo. Que ya va a cambiar: y en el ya, a veces, le va la vida. Son siglos los que tensan los músculos de esa mujer que cree que a lo mejor ella lo provocó, que quizá si no se hubiera ido así vestida hoy no estaría llorando. Son siglos los que desvirtúan el pensamiento de un tipo que cree que su mujer es suya: que le pertenece, que hay una cadena imaginaria que los liga: una esposa.
De repente, el mundo explota en toda su violencia cuando una mujer dice que no. Una mujer que dice que no es una contradicción insalvable en la cabeza de tantos: necesitan matarla, descuartizarla, violarla, quemarla, apuñalarla, asfixiarla, ahogarla, desaparecerla, para saber que finalmente tenían razón, claro que tenían razón, cómo iba a decir que no si mirá cómo se viste, si no estudia ni trabaja y anda yirando todo el día por ahí. Los discursos que tallaron la historia estallan con su feroz potencia en el cuerpo de una mujer que dice que no.
Alguien dice la palabra feminismo y alguien se burla o le opone, como si empardara, machismo. La diferencia entre ambos puntos es la que existe entre la vida y la muerte. El feminismo no mata. Sólo defiende, se defiende, pone una compresa a la herida de siglos de dominación y violencia. Intenta mantener en pie, frente a tanta tempestad, aquel viejo ideal del respeto y la igualdad.
En la costanera, dos chicas caminan y conversan. Un señor pasa en bicicleta, disminuye la velocidad hasta llegar al paso de hombre y empieza su eterno y asqueroso sermón. Ellas se incomodan, caminan más rápido, él acelera y sigue, siempre sigue, impunemente, dueño. Hasta que una de ellas, la más chica, se da vuelta y le arroja a la cara un rosario de insultos. El señor aumenta la velocidad y desaparece. Ellas vuelven a su calma -o hacen como que.
El tipo que esta tarde le dijo algo al oído, solapadamente, a la nena de doce años que pasaba por su cuadra, es el que se horroriza ahora, sentado en su sofá, su vaso de cerveza su diario su perro, ante el cuerpo muerto expuesto en la tele y reproducido en los canales como triunfal noticia del día.
Desapareció fulana. Encontraron el cadáver de mengana. Desapareció sultana. Desesperada búsqueda de paradero. Hallan asesinada a la joven.
Y hablan de pasión, las pantallas y las páginas prostituyen la palabra, dicen crimen pasional como si la pasión fuera eso, como si un crimen pudiera acaso iluminarse con el halo sagrado de las pasiones: como si no pudieran ver el oxímoron en lo que dicen y escriben.
—¿De qué murió?
—De pasión.
En Argentina, ocurre un feminicidio cada treinta horas: hombres matan a mujeres que consideran de su propiedad. Cada treinta horas, muere una mujer por el sólo hecho de serlo -y todos seguimos viviendo como si nos importara tan poquito. Cada paso en el universo cotidiano exuda modos de dominación. Desarticularlos, pensarlos, ubicarlos en el plano de la crítica, ponerles un reflector para mostrarlos en toda su dimensión es tarea de cada uno. Acaso sea ésa una buena forma de empezar a decir basta.
El Litoral
El otro día compartí esto en mi blog, te lo comparto, creo que aplica aquí.
ResponderEliminarENTONCES CONCHA
Si todavía un detergente lo usa sólo una
mujer
Si la cerveza está a la venta sólo para
levantar minas.
Si aún escuchas la frase: “a mi novio no le
gusta”.
Si encendés la tele y ves un matrimonio
Que usa los beneficios de un banco
Y él resopla su descontento
Mientras ella rompe las bolas
Y se resignan a que “eso” es amor.
Si eso te da risa.
Si el mensaje es “cuidá” a tu familia
dándole aspirinas.
Si es más importante lo blanca que quedó la
camiseta de tu esposo.
Entonces concha.
Si las mujeres siguen haciendo el coro.
Si el “igualismo” se trata de destrozar la
tarjeta del marido
Y revisar sus mensajes.
Si la confianza y los celos comienzan a ser
sinónimos.
Si la igualdad se proclama ejerciendo eso
mismo que condena.
Y ella debe rendir una materia más por ser
mujer.
Si el genérico es “él” diferenciando un
“ella”.
Si aún es puta la que coge mucho.
Entonces concha.
Si las tetas te pesan la autoestima
Y fingís orgasmos anticonflictos.
Si la que te dice no: es histérica.
Y la que te dice si: es fácil.
Si aclaras “va a haber minitas”.
Y el alfajor dice “amigos o novia, los grises
no existen”
Y todos los medios le hablan a los hombres
Menos cuando de limpieza y pañales se
trata.
Si usar un tampón te extirpa la mitad del
cerebro.
Entonces concha.
Si creés que la amistad entre mujeres no
existe
Que ellas se odian secretamente
Porque compiten por un tipo
Y si la amistad entre el hombre y la mujer
es imposible
Porque en el fondo
En el fondo ¿qué?
Si “no es femenina” o si “es un macho”
O si “llora como una nena”.
Y la Barbie sigue con tetas de silicona
yankee.
Y la prostitución se apaña como la
profesión más vieja del mundo
Entonces concha
Si las mujeres logran posiciones de poder
Pero en el fondo se sabe, son más hijas de
puta
Hijas de puta
Hijas de puta
Hijas de puta
Si el hijo es la cadena con la que atar al que
no te quiere
Mientras la violación es un secreto que
avergüenza a la víctima,
Porque:
“Por algo será”
Si tu cuerpo es el cuerpo de la Iglesia
Y temes dejar todo
Y viajar sola hacia tu propio camino
Si sufrís esperando un príncipe.
Si insistís creyendo en la princesa.
Entonces concha
Si las lesbianas te calientan porque pensás
que en el fondo quieren un macho.
Si te da miedo agarrar un destornillador.
Y ser buen padre es “ayudar” con ése bebé.
Si ganaste un máster en resignación
ante los “piropos” callejeros
Y te sentís elogiada porque te dicen
que aún “estás buena” y “además”
Sos inteligente
Entonces concha.
Mientras avanza todo y todo avanza
Y todo progresa en la superficie
Abajo se baila lo mismo
La fiesta de las tradiciones petrificadas
Y el parto es un milagro que muchos
prefieren burlar.
Y tener un hijo “complica todo”.
Concha.
Entonces concha
Hasta que la libertad
Nos haga subir escalones
Entonces concha
Hasta que tu risa se confunda
Con mi risa
Entonces concha
Hasta que el enojo se vuelva paz.
(LUZ GARCÍA)
Gracias por compartirlo!
EliminarUn Abrazo!