Por Darío Aranda
“Me
quieren condenar por ser pobre,
india y mujer”, afirmó la mapuche Relmu Ñamku durante el juicio en el que se la
acusa de “intento de homicidio” por arrojar una piedra (en el marco de un
conflicto territorial) y puede ser condenada a quince años de cárcel. Según la
fiscal Sandra González Taboada, Ñamku arrojó la piedra que hirió a la auxiliar
del Poder Judicial, Verónica Pelayes. Durante los seis días de audiencias
declararon más de quince testigos, ninguno (salvo la denunciante) identificó a
Ñamku como la responsable del piedrazo y dos médicos confirmaron que en ningún
momento hubo riesgo de vida. Es el primer caso de América latina con jurado
intercultural (la mitad son mapuches) y hoy se podría conocer la sentencia.
El 28
de diciembre de 2012, la auxiliar de Justicia Verónica Pelayes llegó hasta la
comunidad mapuche Winkul Newen. Era el último día hábil antes de la feria
judicial, y la jueza Ivonne San Martín ordenaba a la comunidad el ingreso de la
petrolera Apache (le habían cerrado el paso por hechos de contaminación). El
día terminó con Pelayes herida (rotura de tabique) y denuncia contra Ñamku,
Martín Velázquez Maliqueo y Mauricio Rain.
En un
primer momento fue por “lesiones”, pero luego la carátula fue cambiada por los
fiscales Sandra González Taboada y Marcelo Jofré, y el abogado Julián Alvarez.
Acusaron a Ñamku de “intento de homicidio” y “daño agravado” a Maliqueo y Rain.
E instalaron en muchos medios provinciales que Pelayes estaba sola, que no se
trataba de un desalojo y que se trató casi de una lapidación. Pelayes, en otra
causa, demandó por 6,5 millones de pesos al Estado y a la petrolera.
Durante
seis días de audiencias declararon más de quince testigos. Quedó confirmado que
Pelayes concurrió con policías, empleados de la petrolera y una retroexcavadora
(para levantar alambrados). Sólo Pelayes identificó a Ñamku como la responsable
de su herida.
La
fiscalía y Pelayes siempre afirmaron que la piedra que rompió el vidrio de la
camioneta fue la misma que produjo la herida. Sin embargo, un testigo
solicitado por la querella, el empleado Miguel Belani, aseguró ante el tribunal
que Mauricio Rain fue quien arrojó esa piedra el 28 de diciembre de 2012.
Otra
contradicción provino de José de la Rosa Cárdenas, médico de la policía de Zapala,
y Jorgelina Carmona, perito forense del Poder Judicial. Ambos testigos por la
querella acreditaron las lesiones, pero también descartaron que haya estado en
riesgo la vida de la auxiliar. Pelayes, que declaró el jueves pasado, afirmó
que recibió presiones de sus superiores para realizar la notificación y, una
vez en el lugar, reconoció que el abogado de Apache, Mariano Brillo, la
presionaba para lograr el ingreso de las camionetas petroleras.
El
viernes declararon Martín Maliqueo y sus hermanas Violeta y Juana. Detallaron
cómo la petrolera violaba los derechos indígenas, les cortaba la entrega de
agua si reclamaban (es una zona desértica) y enumeraron una decena de
represiones. Ayer fue el turno de Ñamku. Relató su historia de vida (fue
adoptada de niña porque su madre biológica no podía criarla), cómo recuperó su
identidad mapuche y precisó los numerosos hechos de violencia contra la
comunidad. También recordó que, el día anterior al intento de desalojo, la
comunidad había sepultado a una beba que nació con malformaciones (la comunidad
apunta como causa a la contaminación). “En
el banquillo de los acusados debieran estar los gerentes de las petroleras, el
gobernador y sus ministros, y algunos funcionarios del Poder Judicial. Pero
estoy yo, por ser pobre, india, mapuche, y mujer”, denunció Ñamku.
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