viernes, 3 de junio de 2016

#NiUnaMenos La lucha en imágenes

Un año después de la primera convocatoria por #NiUnaMenos, más de cien plazas de todo el país volverán a ser escenarios de la marcha contra la violencia machista. Según datos de La Casa del encuentro, entre el 1 de junio de 2015 y el 31 de mayo de 2016 275 mujeres fueron asesinadas en manos de varones machistas. El fotógrafo Facundo Nívolo acompañó con la lente de su cámara la lucha de las mujeres contra los femicidios, el acoso callejero y la penalización del aborto. Este es el resultado:

La igualdad, de la boca para afuera

En Buenos Aires, de acuerdo con un estudio de la Untref, el 84 por ciento está de acuerdo con que mujeres y varones sean iguales ante la ley, pero el 45 cree que las tareas domésticas son cosa de mujeres. Casi todos conocen #NiUnaMenos.
Por Soledad Vallejos

En el área metropolitana de Buenos Aires, de acuerdo con un estudio realizado por la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Untref), sólo el 20 por ciento de los encuestados definió a la violencia de género como “la agresión que sufre la mujer por parte del hombre”, mientras que un 71 por ciento consideró que “es el maltrato recibido tanto por mujeres como por hombres por igual”. El 85 por ciento dijo creer que mujeres y varones deben ganar el mismo sueldo por el mismo trabajo y un 84, que deben ser iguales ante la ley, pero el 45 por ciento está de acuerdo con que las tareas domésticas estén a cargo de las mujeres. Además, la mitad de los encuestados estuvo de acuerdo con la frase “las mujeres son más débiles y están en una clara situación de dependencia en relación a los hombres”. Esas son solo algunas de las cifras relevadas por el Centro de Investigaciones en Estadística Aplicada (Cinea) y que pintan un panorama cuanto menos complejo y contradictorio, en el que se apoya la igualdad en lo legal pero no tanto en lo cotidiano, y se cuestiona a las víctimas, aunque haya intenciones de ayudarlas.
El estudio de Cinea se realizó entre el 18 y el 26 de mayo en la ciudad de Buenos y el Gran Buenos Aires, cuando entrevistó a 1096 personas mayores de 16 años, mujeres y varones. La investigación buscó recoger opiniones en base a tres ejes: la equidad de género, la “visibilización de la violencia de género como problemática social”, las manifestaciones por #NiUnaMenos del 3 de junio del año pasado (el 93 por ciento supo responder de qué se trató) y las acciones (propias y estatales) ante la violencia de género. Muchas de las entrevistadas, por lo demás, estaban hablando de experiencias propias: el 28 por ciento contó que su pareja ejerció violencia machista contra ellas; en el 56 por ciento de esos casos, esas mujeres las agresiones fueron físicas y emocionales; en el 38, el maltrato fue psicológico; en el 6, físico.
El consenso acerca de que mujeres y varones deben cobrar l o mismo por el mismo trabajo es elevado (el 85 por ciento), y algo muy parecido pasa con la idea de la igualdad ante la ley (el 84 por ciento está de acuerdo). Sin embargo, mientras que el 55 por ciento de los encuestados está en desacuerdo con la frase “hay actividades domésticas que deben ser realizadas exclusivamente por mujeres”, el 45 por ciento no rechaza de manera contundente esa idea. En la misma línea, sólo la mitad negó que las mujeres sean más “débiles” y estén “en una clara situación de dependencia” respeto de los varones.
El 40 por ciento culpa a las mujeres que son maltratadas por su pareja (“es su responsabilidad por seguir con esa persona”), lo que demuestra que aún es poco conocida la dinámica del círculo de la violencia.
El 70 por ciento de los encuestados cree que la violencia de género es “un maltrato que se da entre hombres y mujeres por igual”. Quienes sostienen esta afirmación son, en su mayoría, personas con “nivel educativo universitario y/o terciario” y “jóvenes de hasta 29 años”. Del 20 por ciento que respondió, en cambio, que es “maltrato que sufre la mujer por parte del hombre”; el 26 por ciento de quienes suscribieron esta afirmación tiene “estudios primarios o menores”.
Para el 57 por ciento de las personas encuestadas, durante el último año aumentaron los casos de violencia machista. Un porcentaje idéntico dijo que de violencia machista se habla “poco y debería hablarse más para que haya mayor conciencia”, mientras que para el 30 “el tratamiento que le dan los medios es suficiente”. Para el 8 por ciento, en tanto, “ya se está hablando demasiado” porque “hay problemas peores”.
El 79 por ciento de las mujeres entrevistadas dijo haber sufrido algún tipo de violencia machista, ya fuera en su relación de pareja, en la calle o en el ciberespacio. De acuerdo con lo relevado, “los hechos de violencia de género doméstica –es decir, sucedidos en el hogar– suelen ser más frecuentes en ámbitos donde viven niñas, niños y/o adolescentes”. El 57 por ciento padeció acoso sexual callejero por lo menos una vez, mientras que el 16 por ciento (en su mayoría, menores de 29 años) sufrió acoso virtual.
El 83 por ciento de los varones encuestados aseguró que “nunca se justifica maltratar a una mujer”, pero al 12 por ciento le parece “justificado que un varón grite, insulte o humille a su pareja si se niega a tener relaciones sexuales”; al 9 le parece “justo que un hombre pegue a una mujer ante un hecho de infidelidad”, y el 6 está de acuerdo con el maltrato si la pareja “sale con amigas o amigos sin avisarle”.
Por otra parte, el 93 por ciento de todos los encuestados dijo saber sobre Ni Una Menos. “Son las personas mayores de 65 años quienes menos lo conocen”, indica el estudio, que detalla la diferencia con los encuestados de entre 30 y 49 años, entre quienes el “grado de conocimiento alcanza el 96 por ciento”. Quienes más escucharon sobre las manifestaciones callejeras del año pasado fueron las personas con estudios universitarios y/o terciarios (el 97 por ciento de las menciones), mientras que “los que tienen estudios primarios o menores son quienes menos conocen” sobre ello (el 87 por ciento de los casos).
El 51 por ciento de las y los encuestados dijo que, si presenciara una situación de violencia, “intervendría y denunciaría el hecho ante la policía”. Para el 13 por ciento, “se trata de algo íntimo y privado, por lo que no actuaría”.

Página 12

Por qué marchamos

Una fue baleada por su ex y quedó viva de milagro. Otra busca aportar desde el arte. Las dos explican su presencia hoy en el Congreso.


Por Mariana Carbajal
CORINA FERNANDEZ, UNA SOBREVIVIENTE

“Siento mucha impotencia”
“Es dolorosa la impunidad con la que se sigue cometiendo la matanza de mujeres, es casi una epidemia y ante las epidemias se toman medidas de urgencia”, dice Corina Fernández. Ella es una sobreviviente de la violencia machista más extrema. El 2 de agosto de 2010, su ex marido la quiso matar en la puerta del colegio al que iban las dos hijas de ambos, en pleno barrio porteño de Palermo. Le apoyó un revólver en su pecho y le apuntó. Corina se salvó de milagro. Dos balas impactaron en el tórax y un tercer proyectil, en el abdomen. Pero sobrevivió. Dos años después, Walter Claudio Weber, con quien había estado casada 12 años, fue condenado por aquel hecho a 21 años de prisión por intentar matarla, en el primer fallo en el país que nombro ese delito como “tentativa de femicidio”, antes incluso de que la figura fuera incorporada como agravante al Código Penal. Corina marchó el año pasado y se prepara para la movilización de hoy. “La sociedad lo pidió hace un año, todos lo entendimos, menos la justicia que parece seguir haciendo oídos sordos a los reclamos de todo un país que pide justicia y dice ‘basta de femicidios’”, sostiene en una entrevista de Página/12. Corina pudo recomponer su vida, con terapia, y hoy ayuda a otras mujeres que, como ella buscan salir de una relación de pareja atravesada por la violencia machista.
“El 3 de junio volvemos a gritar #Niunamenos”, dice Corina. La marcha del año pasado la sorprendió “no solo por la unión de mujeres de todos los ámbitos comprometidas con la violencia de género sino por lo que nos impresiono a todos, la gran convocatoria social, más de 150 mil personas”. Tiene 52 años. Y trabaja en la Dirección General de la Mujer, del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, desde donde fue convocada para acompañar a otras víctimas. También está impulsando su propia ONG que lleva un nombre esperanzadora “Hay Salida” y desde ese espacio interactúa con la Asociación Argentina de Prevención de la Violencia Familiar, que encabeza Graciela Ferreira, quien en su momento la ayudó a ella a salir adelante.
Corina convivió con Weber más de una década, años en los cuales ella sufrió violencia psicológica y maltrato físico. Hasta que un día él le dio una paliza brutal. Fue el 6 de abril de 2009. Vivían en un PH del barrio de Flores. Ese día su casa se convirtió en una sala de torturas. Weber murió en la cárcel, cumpliendo la condena. Pero antes de que la Justicia llegara a escuchar las denuncias de Corina, Corina se cansó de denunciar. Llegó a realizar hasta cerca de 80 denuncias. Por la golpiza del 6 de abril de 2009 y otras situaciones en las que amenazó a Corina de muerte, Weber llegó a juicio en julio de 2007. La jueza en lo Penal, Contravencional y de Faltas que intervino lo condenó a seis meses de prisión en suspenso. Es decir, quedó libre. Y a los 15 días, disfrazado con peluca, boina, impermeable y bastón, Weber fue a la puerta del colegio de sus hijas, esperó que las niñas se despidieran de su mamá y entraran al aula. Y le disparó a Corina.
“Se necesita una justicia rápida, una mujer amenazada no puede esperar dos años para un juicio, que la ley se cumpla, que haya subsidios para esas mujeres y sus hijos y que haya abogados penalistas gratuitos porque de lo contrario el violento nunca va a ir preso”, dice. “Sobreviví a quizás la peor de las agresiones, fui acribillada a tiros. En esa época no se hablaba en los medios de esta temática como hoy y me sentía bastante sola contando mi experiencia para ayudar a otras mujeres a tomar conciencia del peligro que una mujer corre cuando es víctima de violencia, porque esa mujer está adaptada a circunstancias de maltrato de toda índole, y muchas veces esta tan naturalizado que no llega a percibirlo hasta que llega el golpe, después el moretón”, advierte Corina.
Cuenta que el 3 de junio del 2015 dejó de sentirse aislada en su lucha. “Al estar ahí en la plaza junto a los familiares de las víctimas, me sentí culpable de estar viva, frente a tanto dolor. Ellas no habían tenido mi misma suerte. Hoy, a un año de esa fecha, siento mucha impotencia porque parece que nada cambió. Hablo con mujeres a diario, apuñaladas, quemadas, ciegas por ácido, fracturadas, paralíticas, mutiladas, violadas, con hijos abusados y el agresor sigue libre, rompiendo la prohibición de acercamiento con total impunidad, nadie los detiene y son las mujeres las que tienen que escapar”, observa Corina. Pero aclara que “no bajamos los brazos” y reclama que desde los gobiernos se trabaje “en prevención y concientización”. “No se soluciona abriendo más refugios, casas de la mujer y dando botones anti pánico –opina–. Eso es como aceptar que va a haber más violencia. Por todas esa mujeres valientes que se animaron a decir ‘basta’ y por las que, como pasó en la marcha del año pasado, me confesaban que al volver a su casa después de la marcha las esperaba el agresor, por las que ya no están, por todas ellas es que volvemos a gritar Ni una menos.”